sábado, 30 de setembro de 2023

De Napoleão a Beethoven: as últimas palavras das figuras mais importantes da história.

BLOG  ORLANDO  TAMBOSI

Todos nós gostaríamos que nossas últimas palavras ficassem registradas para a eternidade, mas nesses últimos momentos de vida é complicado pensar em algo engenhoso. Ada Nuño para El Confidencial:


Aunque a todos nos gustaría que nuestras últimas palabras quedarán registradas para la eternidad como interesantes y poéticas, lo cierto es que en esos últimos momentos de vida a veces es complicado ponerse a pensar algo lo suficientemente ingenioso como para dejar al mundo. Sin embargo, algunas figuras históricas si tuvieron esa suerte, o al menos eso es lo que ha quedado registrado que salió de sus labios antes de espirar.

Quizá por sorprendentes, misteriosas o graciosas, o porque cuadran mucho con la idea que tenemos del personaje, algunas de ellas son conocidas por todos. Aquí recopilamos algunas de las mejores, por personajes que supieron morir con estilo.

Francia, el Ejército, Josefina

Supuestamente, esas fueron las últimas palabras de Napoleón Bonaparte antes de morir el 5 de mayo de 1821 en la isla de Santa Elena, donde se encontraba recluido. ¿Murió envenenado con arsénico? A día de hoy la causa exacta de su muerte sigue sin estar clara. De ser ciertas sus últimas palabras, dijo lo que probablemente para él era más importante, incluida Josefina, la viuda cinco años mayor que él con la que vivió una turbulenta (aunque ha pasado a la historia como romántica) historia de amor durante 13 años de matrimonio.

¿Tú también, Bruto, hijo mío?

¿Dijo acaso Julio César tal frase? Quién sabe, pero es la que ha pasado a la historia como expresión de la traición más inesperada, cuando el emperador vio entre los conspiradores a su hijo.


Julio César.

Plutarco afirma que no dijo nada y Suetonio que quizá pudo decir en griego: "¿También tú; hijo?". Pero la frase específica que todos conocemos fue difundida por la tragedia de William Shakespeare. Eso sí, mucho más épica y chula fue la que se le atribuye a Nerón: "¡Qué artista se pierde el mundo!".

Luz, más luz

Bastante místicas fueron las últimas palabras del escritor Goethe, que según parece en su lecho de muerte habría dicho "Licht! Mechr licht!" o, lo que es lo mismo, "luz, más luz", lo que se interpreta como un último deseo de adquirir más conocimientos, una iluminación, a las puertas de su muerte. Curiosamente, las de Carl Jung "¡qué maravilla, qué maravilla!" también parece muy poética, enmarcada dentro de esos últimos momentos en los que nadie sabe qué se ve.

Señor, le pido perdón, no lo hice a propósito

Se supone que esta frase tan tierna y triste salió de los labios de María Antonieta estando en el patíbulo antes de morir. Al pisar el pie de su verdugo, se volvió hacia él y se excusó de esta manera. Al contrario que su marido, no dio ningún discurso ante el pueblo antes de que le cortaran la cabeza.

A Crátero (o al más fuerte)

Mucho se ha hablado ya de las que serían las últimas palabras del conquistador macedonio Alejandro Magno cuando murió en el palacio de Nabucodonosor en Babilonia, con 32 años. Lo más probable es que dijese que dejaba su inabarcable imperio a Crátero (Krater'oi) su general más querido, pero como este no estaba, el resto decidió convenientemente escuchar que había dicho (Krat'eroi) o, "al más fuerte".

Nunca debí cambiarme del scotch a los martinis

Supuestamente es la frase que le dijo Humphrey Bogart a su querida Lauren Bacall, mirándola fijamente a los ojos, antes de morir por culpa de un cáncer de esófago con 57 años. Bastante acorde con el personaje. De cualquier manera hay muchas leyendas en torno a esos epitafios dichos por actores míticos.

También Marlene Dietrich, según se cuenta, dejó una frase para la posteridad cuando echó a un sacerdote que venía a hacerle la extremaunción: "¿De qué voy a hablar yo con usted? Tengo una cita inminente con su jefe".

Lástima, lástima, demasiado tarde

La muerte del compositor Ludwig van Beethoven es, según las leyendas, una de las más épicas de la historia. No solo (se supone) levantó el puño al cielo como un general dando órdenes a su ejército, ante un trueno espantoso que sonaba en el momento exacto de su fallecimiento, sino que las leyendas dicen que de sus labios salieron frases tan poéticas como "Aplaudid, amigos míos, la comedia ha terminado" o "oiré en el cielo", a propósito de su sordera.

En realidad, sus últimas palabras registradas son menos épicas pero más realistas: "Lástima, lástima, demasiado tarde", cuando se le dijo que su editor le había regalado doce botellas de vino que, por supuesto, no iba a disfrutar.
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