BLOG ORLANDO TAMBOSI
Se uma delas faltar, não há como haver um verdadeiro Estado de Direito, escreve Isaac Katz no Instituto Cato:
Democracia
política y democracia económica son las dos caras de una misma moneda,
Si alguna de las dos falta, la libertad individual y la de la sociedad
en su conjunto estarían severamente limitadas y no habría, en
consecuencia, un íntegro Estado de derecho.
La
democracia política va más allá de las elecciones. Como señaló ayer
Luis Rubio en su artículo “Democracia a la mexicana” publicado en el
periódico Reforma, la democracia “tiene que ver con los derechos
ciudadanos, la justicia, la libertad de expresión, los pesos y
contrapesos para el ejercicio del poder y los límites al potencial abuso
por parte de los gobernantes”.
De
esta manera, la democracia política, tanto en lo que se refiere al
acceso al poder mediante un sistema de elecciones libres y equitativas
como al ejercicio del poder ya habiendo accedido a éste, requiere de un
conjunto de reglas claras, transparentes, eficientes, por todos
conocidas y con la certeza de que no serán modificadas arbitrariamente
desde el poder mismo. Requiere, así mismo, que en el ejercicio del
poder, con contrapesos fuertes, este se constriña únicamente a lo que le
está permitido en el marco legal, respetando en todo momento las
libertades y derechos individuales como son los de asociación, de
manifestación de ideas, de pensamiento y religiosa. Esto es parte, solo
una parte, de un íntegro Estado de derecho.
La
otra parte lo constituye la democracia económica, siendo su pilar
básico la definición eficiente, en el marco legal, de los derechos
privados de propiedad, reconociendo que todo individuo tiene el derecho a
la posesión de recursos y bienes como una extensión del derecho a la
vida; el derecho a la propiedad es, por lo mismo, un derecho natural y
no una concesión.
Teniendo
eficientemente definidos los derechos privados de propiedad los
individuos pueden, en consecuencia ejercer los dos derechos que se
derivan de la propiedad de recursos. El primero es el derecho a que cada
quien utilice los recursos de su propiedad como mejor le convenga,
siendo la única limitante al ejercicio de esta libertad no atentar en
contra de los derechos de propiedad de terceros por lo que el homicidio,
el robo, la violación, el fraude, etcétera tienen que estar prohibidos
en el marco legal, sujeto a ser penalizado quien incurra en este tipo de
delitos.
El
segundo es el derecho que tiene cada individuo para, libremente,
transferir el derecho de propiedad de un recurso a un tercero en una
transacción enteramente voluntaria y con los términos del intercambio
libremente acordados. Esto último requiere que exista la igualdad de
oportunidades y la libertad de acceso a todos los mercados, sean estos
de bienes, servicios o factores de la producción. Esto implica que los
mercados tienen que operar en competencia siendo papel del gobierno
minimizar las barreras de acceso a los mercados y perseguir y penalizar
cualquier práctica anticompetitiva, sea esta privada o gubernamental.
Mayores opciones para libremente elegir que bienes consumir y de quién
adquirirlos deriva en un mayor nivel de bienestar individual y social.
Un
elemento adicional de la democracia económica es que exista un poder
judicial independiente, imparcial, eficiente y expedito que proteja y
garantice los derechos privados de propiedad en contra de actos de
terceros que los violenten, incluidos actos de gobierno ya que, respecto
de esto último, el gobierno no puede interferir en el ámbito privado
más que para hacer cumplir las leyes vigentes. Así mismo, es papel del
poder judicial garantizar el cumplimiento de los contratos y adjudicar
las garantías establecidas en los mismos en caso de incumplimiento de
alguna de las partes.
La
evidencia internacional es contundente: países en donde rige con mayor
vigor el Estado de derecho, en donde existen simultáneamente la
democracia política y la democracia económica son también los que tienen
un mayor nivel de progreso económico y social.
En
México estamos muy lejos de vivir bajo un íntegro Estado de derecho
pero en lugar de fortalecerlo, el presidente López tiene el propósito
explícito de debilitar la democracia política cambiando arbitrariamente
las leyes y las instituciones electorales, su “plan B”. De lograrlo, con
certeza le seguiría con su corcholata favorita una menor democracia
económica y un retroceso en el nivel de desarrollo económico, un
empobrecimiento de la población. Defender la libertad y el Estado de
derecho y aspirar a un futuro de mayor prosperidad pasa, necesariamente,
por defender la democracia política de los embates tiránicos del
presidente. La sociedad presionando y la Suprema Corte de Justicia de la
Nación haciendo valer su independencia tienen la última palabra porque
lo que está en juego es la libertad.
Este artículo fue publicado originalmente en El Economista (México) el 30 de enero de 2023.
Postado há Yesterday por Orlando Tambosi
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