quarta-feira, 31 de agosto de 2022

Instruções para quando não se escreve

 



Graham Greene, por exemplo, dividia o dia em três partes iguais: oito horas escrevendo, oito bebendo e oito dormindo. Em texto publicado por Letras Libres, Bárbara Mingo Costales acrescenta algumas sugestões:


Graham Greene dividía en tres partes iguales el día idóneo para el escritor: ocho horas escribiendo, ocho bebiendo y ocho durmiendo. Un alcoholismo euclidiano, verdaderamente. Se puede copiar. En todo caso, para descansar de escribir conviene buscarse una actividad de esparcimiento o de vuelta a lo que sea esto donde vivimos y que no tenga que ver con las palabras, que de demasiados aspectos de la vida forman parte ya. Los escritores no liberados suelen dedicar esas horas al trabajo que les da dinero, pero en el caso de que queden algunos ratos libres hay algunas prácticas que pueden ayudar a dejar descansar la mente. Aquí algunas de ellas:

DIBUJAR. Muchos escritores dibujan muy bien. Descubrir que un escritor que admiramos dibuja, y además con gracia, renueva la simpatía que ya nos despertaba. Si uno escribe a mano, la similitud aparente de las dos actividades puede hacer desaparecer la odiosa asociación del instrumento con el esfuerzo por articular un discurso y dejarnos a cero para acometer bien frescos la escritura del día siguiente. El rotulador se desliza por el papel sin que tengamos que estar tensamente tramando cómo hilar unas cosas con otras, cómo arrancarles a las palabras su sentido convencional y cambiárselo por uno nunca visto, y más que esforzarnos en aclarar la imagen que se ha formado en nuestra mente, podemos dedicarnos a contemplar con asombro la imagen que no existía y que se va formando sobre el papel trazo a trazo. Se escriba en teclado o con pluma, la mano que abandona el servicio de la composición de las frases y se entrega a los arabescos sin significado de la muñeca disfruta como una bailaora en éxtasis e ingresa, arrastrando al baqueteado cuerpo detrás, en un mundo de ensueño y algodones. El rotulador baila y el cerebro se deja llevar, y no al revés. ¿Quizá convendría dejar de escribir y dedicarse a dibujar? Buena idea, siempre que se siga haciendo con la actitud amateur que tantas veces es clave para la obra genial y genuinamente expresiva.

Aunque pensar en sacar un rendimiento de hasta la última cosa que hacemos es lo peor y es el antiarte y la afición de los enemigos de la vida, lo cierto es que de unos personajes que nos saludan desde un dibujillo rápido puede sacarse un título, o al menos una escena, de novela.

CONDUCIR. Hay muchos libros sobre cómo el salir a caminar sin rumbo fijo es una actividad preferida de otros tantos escritores. Aquí acecha de nuevo el peligro de tener que aprovecharlo todo como tema de escritura. Pasear está muy bien, pero si se tiene la suerte de tener un coche qué mejor que abandonar el escritorio para volverse a sentar frente al volante a mover esta vez los pinreles, feliz organistilla, y conducir despacio por las más peregrinas carreteras, y salir acelerando de las curvas, y mirar los girasoles a los lados, y sentir la leve tensión en todo el cuerpo al darnos cuenta de que estamos adelantando un camión, y apoyar el codo en la ventanilla, y olvidarlo todo, nuestro nombre y el del país que atravesamos y que con enternecedor afán de progreso algún día trazó esos caminos de asfalto que nosotros usamos ahora para ir a ningún sitio, a ningún sitio, a ningún sitio.

NADAR. El más famoso de los escritores-nadadores es precisamente uno de los escritores más famosos en general: Franz Kafka. Ir a nadar es muy útil contra la verborrea mental. Ya el olor a cloro puede tener efectos narcóticos. La natación acalla la mente al hacer que se fije en otras armonías risueñas como las teselas distorsionadas del fondo de la piscina o los brillos que hace el agua en el techo cuando entra el sol a cierta hora de la tarde, o en la armonía de los propios movimientos, que se desbarata cuando reparamos en ellos, o en la sorprendentemente sincronizada coreografía espontánea que de vez en cuando alcanza el conjunto de los nadadores.

Qué fresca está el agua, y te rodea por todas partes, y su ligera presión y deliciosa densidad es lo más parecido a cuando estabas dentro de tu madre y aún no te habían dicho que ibas a tener que aprender a hablar.

CUIDAR UN JARDÍN. Por supuesto, también vale un huerto o unos tiestos que tengamos. Hay mucho que hacer en ellos, cosas que hacemos desde hace miles de años: sembrar, trasplantar, regar, podar, injertar, abonar, actividades todas que facilitan la atención sencilla tan recomendada por los poetas norteamericanos. La constancia que exige el cuidado de las plantas acaba siendo uno de sus encantos, porque hay que ser constante para acabar dándote cuenta de que no hay mucho que hacer más que observar. De esa manera se participa del mérito de la tierra, que hace crecer las plantas como si tal cosa. Y qué gusto accionar las tijeras de podar, amenazando al aire con su sonido metálico.

CANTAR. Leyendo sobre las vidas de no sé qué monjes me enteré de que alguien había asociado la frecuencia con la que cantaban, en los varios oficios diarios, con unas tasas de depresión muy bajas. Lo achacaba al modo de respirar al que te obliga el canto. Quizá mejor que practicar respiraciones a pelo, lo que sin duda tiene que ver con la famosa cuenta hasta diez, puede funcionar cantar bien alto todo tipo de blues del Mississippi o de arias italianas, de modo que la poesía de las canciones amadas vierta su apolíneo y báquico silabeo en el pecho atribulado. Ahí hay un orden. Tralará.

Bárbara Mingo Costales es escritora. En 2021 publicó 'Vilnis' (Caballo de Troya).
 
 
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Calígula: louco homicida ou enfermo incompreendido?

 



O imperador pôs fim aos julgamentos por traição instituídos por Tiberio, aboliu os impostos injustos, ofereceu anistias e tentou reformar a sociedade romana. Será mesmo que enlouqueceu mais tarde? Ada Nuño para El Confidencial:


"Hasta ahora hemos hablado del hombre, hablemos ahora del monstruo". La apoteósica frase salió de la pluma de Suetonio, en su célebre libro 'Vida de los Doce Césares', y va dirigida a Calígula, aquel emperador del que nos han llegado todo tipo de historias truculentas, desde que nombró cónsul a su caballo a que se enfrentó con sangrienta locura a las mismísimas olas del mar. El emperador que se creyó un dios murió con tan solo 28 años, apuñalado en el cuello tras una conspiración, desangrado en una galería. A su hija Drusila, de un año, le reventaron el cráneo contra un muro.

Nació un 24 de agosto del año 12 d.C., y fue el tercer emperador romano de la historia de la dinastía Julio-Claudia. Los eventos que sucedieron en su niñez fueron, sin duda, una profecía de lo que estaba por venir. Hijo de Germánico, uno de los más grandes generales de la historia de Roma, que era a su vez hijo adoptivo del emperador Tiberio, acompañó durante su niñez a su padre en expediciones militares y fue en una de ellas donde recibió el sobrenombre cariñoso de Calígula (proveniente de las cáligas de los legionarios, con un significado parecido a 'pequeña sandalia'). Cuando su padre murió, fue enviado a Capri y las relaciones con Tiberio se resintieron; sin embargo, antes de su muerte, este ordenó que el imperio fuera gobernado de manera conjunta por Calígula y Tiberio Gemelo.


Por supuesto, no tardó mucho en eliminar a Gemelo del mapa y pasó a gobernar en solitario el imperio más grande que ha existido, sin ninguna clase de experiencia previa porque había vivido su infancia encerrado en una burbuja. Tenía tan solo 24 años.

En los albores, un emperador amado

Para algunos será sorprendente, pero lo cierto es que el comienzo de su reinado fue prometedor. No solo porque era hijo de Germánico, adorado por el pueblo, sino porque Tiberio había sido detestado por todos. Puso fin a los juicios por traición instituidos por Tiberio, abolió los impuestos injustos, ofreció amnistías, organizó juegos de gladiadores y carreras de carros e intentó reformar la sociedad acabando varias construcciones que había iniciado su predecesor, mejorando la estructura portuaria o comenzando nuevos acueductos. Incluso construyó un anfiteatro en Pompeya.

Sin embargo, aunque en ese primer momento pareció mejorar la situación de la población, su reinado coincidió con un grave periodo de hambruna y algunas de las clases altas se mostraron un poco preocupadas por cómo desperdiciaba sus recursos en 'caprichos' tales como la construcción de dos barcos gigantes para su uso personal, una estatua en su honor en el Templo de Jerusalén o la ampliación del palacio imperial.

La enfermedad

Seis meses después de comenzar su reinado, durante el otoño del año 37 d.C., el emperador cayó gravemente enfermo. No hay un consenso claro de lo que le sucedió: quizás una crisis nerviosa, una encefalitis, hipertiroidismo, demencia o incluso problemas agravados de una epilepsia que sufría desde niño. Además, no dormía más que tres horas al día y pasaba las noches esperando la llegada de la luz. Tras superar la enfermedad, llegó el reinado del terror.

Aunque algunos apuntan que el emperador tenía claras tendencias psicopáticas, otras voces han señalado que fue su enfermedad la que cambió su comportamiento, provocando que el resto de su reinado estuviese marcado por la paranoia y el malestar. De cualquier forma, parece que de sus labios salió la famosa frase "recuerda que todo me está permitido, incluso con las personas", lo que podría explicar que su reinado estuvo fuertemente marcado no solo por el sadismo, sino por un pulso constante contra las élites del Senado para demostrar que, al contrario que Tiberio, era él quien mandaba y en su imperio no se ponía el sol.

El emperador y sus locuras

Son de sobra conocidos los excesos de Calígula. Muchos otros emperadores han pasado a la historia por su carácter despótico y cruel, desde Nerón a Caracalla, pero los efímeros cuatro años de reinado de Calígula son unánimemente recordados como los peores. Suetonio y otros hablan de anécdotas absurdas que demostrarían la locura y demencia del joven emperador, que paseaba a caballo con la coraza del mismísimo Alejandro Magno, pues la había robado de su tumba. Una de las más famosas es la de Incitatus, su caballo favorito, al que supuestamente regaló una casa y proclamó cónsul. Sin embargo, más allá de la lectura de la demencia, también podría interpretarse de nuevo como una humillación a sus oponentes, mediante una broma que demostraría que un caballo podría hacer el trabajo mejor que ellos.

Pese a ser hijo de Germánico, Calígula no despuntó precisamente por su destreza militar, como demuestra su famoso episodio en Gran Bretaña. Según cuenta Suetonio, cuando las tropas se negaron a cruzar el mar, el emperador obligó a los soldados a recoger conchas en la playa. Más que una locura, podría ser un castigo por desobediencia. En realidad, según explica 'The Collector', no se sabe a ciencia cierta si la historia no se ha desdibujado con el tiempo, embellecida o quizá malinterpretada por Suetonio. El término latino 'musucula' podría no referirse a 'concha' sino a 'tiendas de campaña', menos fantasiosas pero más útiles. Y, al fin y al cabo, mejor es recoger una concha o montar una tienda de campaña que lo que era la práctica habitual contra los que se rebelaban: diezmar, es decir, matar a uno de cada 10 hombres.


Malcolm McDowell, como Calígula.

Por supuesto, además de su megalomanía absoluta y su sadismo (gustaba de ver torturar a sus enemigos), otro de los rasgos más famosos de Calígula fue su sed sexual. Se le acusó de acostarse con las esposas de sus súbditos (tuvo muchísimas amantes y cuatro esposas), violó a Livia Orestila en su propia ceremonia de esponsales, se casó con ella y la repudió al cabo de unos días, y también se le acusó de sodomía. En cuanto a las relaciones incestuosas con sus hermanas (a su favorita, Drusila, la proclamó diosa a su muerte), no hay un verdadero consenso. Por ejemplo, Filón de Alejandría (que conoció en vida a Calígula) nunca menciona esos incidentes, pero sí lo hace Tácito, que nació 15 años después de la muerte del emperador. Algunos apuntan quizás a su obsesión por Oriente, pues al fin y al cabo las relaciones con sus hermanas no difieren mucho de esa idea egipcia de preservar la pureza sanguínea, algo que podría verse igual con el linaje Julio-Claudio.

Sea como fuere, es innegable que los excesos sádicos, narcisistas y psicopáticos de Calígula, así como su mala gestión, propiciaron la caída de un emperador que tan solo reinó durante cuatro años, pero que provocó la ruina de Roma. La cuestión quizá sería si realmente sus terribles actos fueron propiciados por la locura que generalmente se le achaca al personaje. Desgraciadamente, es una figura muy controvertida y ni siquiera sus biógrafos posteriores pudieron ponerse de acuerdo en ello. Séneca el joven le describe como un demente, pero (insiste) debido al paso de los años y la arrogancia, que le llevó a creerse un dios, y su testimonio podría no haber sido muy objetivo, pues el propio emperador le condenó a muerte por tratar de conspirar contra él. Filón de Alejandría asegura que experimentó un cambio de carácter tras su enfermedad y Juvenal habla de que una poción que bebió lo volvió loco.

A su muerte, fue proclamado emperador su tío Claudio, que según la leyenda fue encontrado escondido tras una cortina al más puro estilo Polonio en 'Hamlet'. Era cojo y tartamudo, y durante toda su vida le habían tratado como a un tonto debido a sus problemas físicos. Sin embargo, también era un brillante estudiante, gobernante y estratega militar, y fue amado por todo el pueblo, que había tenido dos experiencias anteriores un poco decepcionantes.
 
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Cientistas produzem embriões "sintéticos" e miram cultivo de órgãos humanos em laboratório

 



Os cientistas acreditam que uma vantagem da técnica seria a clonagem de órgãos do paciente que irá recebê-los, eliminando a rejeição pelo sistema imunológico. Eli Vieira para a Gazeta do Povo:


Um novo estudo conduzido por cientistas britânicos, americanos e israelenses teve sucesso em produzir embriões de camundongos a partir de células-tronco, sem necessidade de fecundação ou até de útero. Fruto de uma década de tentativas, os embriões apresentam coração com batimentos e rudimentos de cérebro, um resultado que pode levar ao cultivo de órgãos humanos em laboratório para transplante. Uma versão preliminar do artigo com a descoberta foi publicada na revista Nature, na última quinta-feira (25), trazendo novamente ao debate a ética no uso de células-tronco embrionárias.

Os cientistas acreditam que uma vantagem da técnica seria a clonagem de órgãos do paciente que irá recebê-los, eliminando a rejeição pelo sistema imunológico. Fundador da empresa de biotecnologia israelense Renewable Bio e um dos autores do estudo da Nature (além de líder de outro estudo similar publicado na revista Cell), Jacob Hanna disse à Sky News Austrália que quer replicar os resultados usando células humanas — incluindo as de seu próprio organismo.

Pesquisador no Departamento de Genética Molecular do Instituto Weizmann em Israel, ele crê que os problemas éticos poderão ser resolvidos se os embriões sintéticos humanos não tiverem pulmões, coração ou cérebro. O diretor executivo da Renewable Bio, Omri Amirav-Drory, disse que a empresa não pretende prometer coisas demais, nem assustar.

Além do Instituto Weizmann, o estudo foi conduzido por cientistas da Universidade de Cambridge, no Reino Unido, e outras instituições como o Instituto de Tecnologia da Califórnia (Caltech). A novidade de desenvolvimento dos fundamentos do cérebro é o que mais empolga os pesquisadores. “Isso abre novas possibilidades para estudar os mecanismos de neurodesenvolvimento em um modelo experimental”, afirma Magdalena Zernicka-Goetz, professora de biologia, engenharia biológica e desenvolvimento de mamíferos em Cambridge e no Caltech, em cujo laboratório foi realizado o experimento. “É inacreditável que fomos tão longe. Esse tem sido o sonho da nossa comunidade por anos, e o maior foco do nosso trabalho por uma década, e finalmente conseguimos”, comemora.

O debate ético

Em entrevista ao jornal britânico The Guardian, Jacob Hanna disse que os embrioides (que têm semelhanças, mas não trazem a identidade completa de um embrião) não conseguem se desenvolver em camundongos completos e por isso não são “reais”. Porém, como no caso da criação de uma célula “sintética” há uma década pelo famoso bioquímico e empresário americano Craig Venter, que competiu com o governo americano no começo dos anos 2000 para sequenciar o genoma humano, o que está sendo chamado de “sintético” na verdade é ainda, na maior parte, feito pela natureza.

Para quem considera que a vida humana existe já no zigoto, a primeira célula do organismo resultante da fecundação entre espermatozoide e óvulo (evento também chamado de “concepção”), ressalvas como a de Hanna a respeito de evitar o desenvolvimento do cérebro não fazem sentido. Inclusive porque no estudo divisor de águas publicado na Nature o desenvolvimento do cérebro no embrioide roedor é um dos principais resultados aplaudidos.

No começo do milênio o debate do uso de células-tronco embrionárias eclodiu nos Estados Unidos. De um lado, ativistas como o ator tetraplégico Christopher Reeve, já falecido, viam nessas pesquisas uma esperança para pessoas paralisadas voltarem a andar. A posição tem correlação com uma defesa do aborto em fases iniciais da gestação, uma vez que muitos nesse grupo acreditam que o início do indivíduo humano está na formação do cérebro, o que tornaria permissível a interrupção de fases anteriores — para a pesquisa inclusive.

Na revista Bioethics, em 2003, o filósofo moral da Universidade de Oxford Julian Savulescu faz a concessão, para fins de argumento, que o embrião é uma pessoa. No entanto, ele acredita que em alguns casos “matá-lo é justificado”, e esses casos seriam a possibilidade de pessoas inocentes se beneficiarem da pesquisa com células-tronco derivada das mortes e a possibilidade de suas chances de sobrevivência serem maiores em um mundo em que essa pesquisa é conduzida. O filósofo chama essa abordagem de “matar para reduzir riscos”. Ele pensa que a concepção de justiça do filósofo John Rawls, que nos convida a pensar que sociedade seria justa sob um “véu da ignorância” de qual posição teríamos nela, “endossa em alguns casos matar uma pessoa para salvar outra quando ambas de outra forma morreriam”, explica.

Do outro lado da questão está, por exemplo, a Academia Pontifícia para a Vida, do Vaticano, que publicou no ano 2000 uma declaração. “O primeiro problema ético”, diz o documento, “pode ser formulado assim: É moralmente lícito produzir e/ou usar embriões humanos vivos para a preparação de células tronco embrionárias? A resposta é negativa”.

O professor de filosofia Jason T. Eberl, do Centro de Bioética da Universidade de Indiana, EUA, aplica em um livro de 2006 princípios da filosofia de Tomás de Aquino à bioética. Eberl mostra que os mesmos princípios tomísticos são aplicados com diferentes resultados por diferentes pensadores. Enquanto alguns tomistas como Norman Ford e Joseph Donceel defendem que antes da implantação uterina ou a formação do córtex cerebral “um ser humano não existe porque o embrião não recebeu uma alma racional”, outros, como o teólogo americano Benedict Ashley, pensam que o embrião “é um ser humano, pois só requer um ambiente uterino receptivo para se desenvolver em um ser pensante racional”. Eberl concorda com Ashley e defende que a alma racional está presente desde o zigoto.

Como a descoberta foi possível?

Uma razão de Zernicka-Goetz e seus colegas estarem estudando as primeiras fases do desenvolvimento embrionário é entender por que algumas gestações terminam em aborto espontâneo nesse período. “O modelo embrionário das células-tronco é importante porque nos dá acesso à estrutura de desenvolvimento em um estágio que normalmente é escondido de nós por causa da implantação do pequeno embrião no útero da mãe”, explica a cientista. Tendo acesso a essa estrutura, os cientistas podem então desligar alguns genes para ver o seu efeito no desenvolvimento e associar a problemas já conhecidos. O estudo já relata alguns resultados nesse sentido.

Para as pesquisas, os cientistas utilizaram três tipos de células individuais para reconstruir os embriões. Um tipo dá origem aos tecidos do organismo do camundongo, e os outros tipos, chamados de células-tronco extraembrionárias, fazem duas estruturas importantes para o desenvolvimento do embrião: a placenta e o saco vitelino, dentro do qual ele é abrigado.

As células foram postas em meio de cultura e espontaneamente se juntaram e se replicaram, formando embriões. Os pesquisadores ajudam o processo, ligando genes específicos coordenadores do desenvolvimento. Até então, o resultado era um embrião rudimentar apelidado de “gastruloide”, com um tubo neural (precursor do sistema nervoso) e os rudimentos do sistema digestivo. Desta vez, os cientistas conseguiram estimulá-los para além dessa fase, ao ponto de formarem coração com batimentos e estruturas mais complexas na direção da formação do cérebro. O produto do estudo são embriões sintéticos semelhantes a embriões naturais de camundongos com oito dias e meio de desenvolvimento. Ao chegar nesse estágio, eles param de se desenvolver. Uma meta dos pesquisadores é ampliar o período de desenvolvimento.
 
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Liberais no ataque

 



No primeiro debate dos presidenciáveis na Bandeirantes, prevaleceu defesa da visão econômica liberal, liderada pelos candidatos “nanicos”. Fernando Dantdas para o Estadão:


O debate dos candidatos a presidente ontem [domingo, 28/8] na Rede Bandeirantes teve como pontos mais proeminentes o desrespeito de Bolsonaro em relação à mulheres (que depois ele tentou compensar listando iniciativas do seu governo relacionadas a elas) e a tergiversação de Lula diante do tema da corrupção.

Saindo, porém, desses momentos provavelmente mais decisivos em termos do atual certame eleitoral, um aspecto coadjuvante, mas não por isso pouco significativo, chamou a atenção da coluna.

Em forte contraste com a era de polarização entre petistas e tucanos nos embates presidenciais, a visão econômica liberal e de direita ficou quase o tempo todo no ataque, e a defesa do intervencionismo estatal quase ausente.

Pode ser uma mera coincidência ligada ao fato de que os candidatos “nanicos” nas pesquisas até agora são todos simpatizantes – não necessariamente no mesmo grau de fervor – do liberalismo: Simone Tebet, do PMDB, Luiz Felipe D’Ávila (Novo) e Soraya Thronicke (União Brasil).

Como o formato do debate equaliza o tempo daqueles que têm muita intenção de votos e dos que quase não têm, o simples número de participantes com pendores liberais fez uma grande diferença.

O destaque, nesse sentido, foi de D’Ávila, que, praticamente sem pontuar nas pesquisas, pontificou eloquentemente durante o debate sobre empreendedorismo, cabides de emprego em estatais, o Estado esmagando o cidadão trabalhador etc. Mas Tebet e Thronicke, mesmo que de forma mais discreta, também se colocaram firmemente no campo da economia liberal.

Ciro Gomes (PDT), por sua vez, que escreveu um livro em defesa da volta do intervencionismo ao estilo das eras Vargas e Geisel como peça de resistência da sua atual campanha, estava ocupado demais em atacar as fragilidades de Lula e Bolsonaro, líderes das pesquisas, e não fez qualquer confrontação direta à pregação liberal dos nanicos.

Outro momento emblemático do debate em relação a essa questão foi quando Lula estava criticando Bolsonaro por ter vendido a Eletrobrás, a BR e estar fatiando a Petrobrás e subitamente parou de falar, com uma expressão um pouco perplexa, e a câmera voltou-se para o atual presidente estampando um sorriso irônico.

Novamente, provavelmente foi apenas um acaso, talvez ligado à contagem de tempo das falas ou alguma interferência que distraiu Lula (e Bolsonaro, diga-se de passagem, “respondeu” sem se referir ao tema de privatização), mas foi sintomático que esse momento tacanho tenha sido praticamente o único do debate em que houve uma tentativa de se atacar a ideologia privatista.

Quando se compara o debate de ontem com o estrago feito por Lula em 2006 na candidatura de seu atual vice e então oponente, Geraldo Alckmin, em cima do tema da privatização, o contraste não poderia ser maior.

Naquela ocasião, a campanha de Lula “acusou” Alckmin de pretender privatizar grandes empresas públicas, levando o tucano à cena patética de vestir uma jaqueta com os logos do Banco do Brasil, Caixa Econômica Federal, Petrobrás e Correios e afirmar, após palestra a funcionários do BC, que “não vamos vender nenhuma estatal, não vamos privatizar nada”.

No debate de ontem, Bolsonaro não deu ênfase particular ao liberalismo – pelo menos na teoria – do seu ministro da Economia, Paulo Guedes, mas tampouco em momento algum renegou a orientação da política econômica do seu primeiro mandato.

Lula também pouco falou de programa econômico para além da promessa de volta aos bons tempos do período em que foi presidente. Mas o ex-presidente voltou a enfatizar a importância de ter Alckmin como seu vice-presidente, o que é visto com uma sinalização centrista, que poderia se estender à política econômica.
 
 
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O que dizem, o que fazem.

 



Coluna de Carlos Brickmann, a ser publicada na quarta-feira, 31 de agosto:


Perguntem a qualquer dos participantes do debate quem foi o vencedor. Cada um garantirá, com firmeza, que foi ele. Ninguém admitirá que não foi tão bem assim, ninguém fará autocrítica. E não adianta pesquisar: sempre a pesquisa indicará que o eleitor de cada candidato o considera vitorioso.

Mas, se não há maneira objetiva de indicar quem ganhou, há indícios mais que suficientes para saber quem perdeu. A reação das equipes de campanha é imediata e as providências são tomadas com a urgência possível. Vejamos, por exemplo, a reação das equipes de Lula e Bolsonaro. Ambas resolveram restringir ao máximo a participação nos próximos debates. Lula pretende ir somente a mais um, o da Rede Globo.

Dizem que o tema da corrupção será levantado em todos eles e o pessoal da campanha prefere que o candidato aborde o assunto só em redes sociais e entrevistas – menos audiência, menos repercussão. Não é bem assim: Lula, num dia ruim, estava longe de sua fama de debatedor. A equipe de Bolsonaro se preocupa com seus arroubos, Ele usa o tempo de que dispõe para atacar “a mídia” e repórteres como Vera Magalhães - ótima jornalista, mas que não provoca emoções no eleitor que o levem a preferir o presidente. O fato é que Bolsonaro parecia irritado quando o confrontavam, mexia-se sem parar, envolveu-se na política interna de outros países – outro tema que não emociona muita gente.

Bolsonaro só irá ao debate da Globo por medo do significado da cadeira vazia.

A grande evidência

E há ainda um indício fatal de que a candidatura de Bolsonaro está longe do sucesso: o marqueteiro da campanha, Duda Lima, próximo ao presidente do partido de Bolsonaro, Valdemar Costa Neto, não foi ao debate. Apareceu outro, ligado à ala ideológica do bolsonarismo, que abomina o Centrão, mas não pode fazer nada porque sem o Centrão o governo não anda: é Sérgio Lima. Não se discute aqui a qualidade do trabalho de ambos, mas o fato de o Centrão não ter enviado seu homem de marketing para o debate indica o suficiente: Bolsonaro e o Centrão estão afastados, ou se afastando. Como o Centrão não larga o poder, talvez esteja trocando o poder atual pelo próximo.

Os favoritos

Em resumo, os dois favoritos foram mal. Quem apareceu bem foram Ciro, Simone e Soraya. Ciro fala bem, é experiente em debates, não foi surpresa: onde ele costuma dizer coisas difíceis de explicar é em entrevistas. Soraya mostrou ousadia e coragem e disse a Bolsonaro aquilo que Lula não disse. E Simone, que já vinha aparecendo bem, confirmou sua boa imagem, batendo em Bolsonaro e dizendo que não tem medo de suas ameaças.

As duas, Soraya e Simone, tiveram ainda a chance extra (que aproveitaram) de defender as mulheres, citando os inúmeros casos em que Bolsonaro atacou repórteres por serem mulheres e defendeu teses como as de que mulheres devem mesmo ganhar menos quando desempenham o mesmo cargo que colegas homens.

Juca já previa...

Num bom artigo, o colunista Juca Kfouri disse, no UOL, que Lula perdeu a chance de ouro de atacar Bolsonaro por corrupção. Quando Bolsonaro, na primeira pergunta a Lula, perguntou sobre casos de corrupção, Lula deu uma resposta burocrática – o que é imperdoável, já que até as garrafinhas de água mineral do estúdio já sabiam que esse tema seria abordado.

Juca escreveu que Lula deveria ter respondido algo como “Bolsonaro, e você vem falar nisso? Você com as rachadinhas, as rachadinhas dos filhos, o Queiroz, todos os casos da vacina?” – e daí por diante. Pois o Juca escreveu num dia; e no dia seguinte estourou o caso da compra de imóveis pela família Bolsonaro. De 1990 até hoje, como comprova reportagem no UOL de Thiago Herdy e Juliana dal Piva, jornalistas muito bons, foram comprados 107 imóveis. Sim, 107 imóveis em 32 anos. Ou R$ 19,5 milhões em valor histórico. Corrigidos pelo IPCA, R$ 25,6 milhões. Os salários no Legislativo devem ser ótimos!

...mas havia mais!

Desses 107, houve 51 com pagamento em dinheiro vivo. Isso não é ilegal: dinheiro vivo é moeda de curso corrente no país e de uso forçado. Mas é estranho. Uma comparação: digamos que alguém ande na rua com um facão nas mãos. Não, não é ilegal. Digamos que o facão esteja pingando sangue. Não, não é ilegal: o portador do facão pode ter ido matar alguns frangos para ajudar no churrasco do vizinho. Digamos que a tal pessoa tenha uma tatuagem no braço com uma caveira e dois ossos cruzados. Não, não é ilegal. Tatuagem, seja do que for, está dentro da lei.

Mas o caro leitor preferiria ou não atravessar a rua e ficar longe do facão?

Que maldade!

Bolsonaro não quis falar sobre o tema imobiliário aos repórteres Thiago Herdy e Juliana dal Piva. O colunista Chico Alves, também do UOL, estranha essa posição do presidente da República, justo ele, que sempre citou o versículo bíblico “conhecereis a verdade, e a verdade vos libertará”.
 
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Imagens deslumbrantes

 



O telescópio Webb é uma deslumbrante alocação imprópria de recursos públicos. Deirdre McCloskey via FSP:


Você já viu imagens produzidas pelo telescópio infravermelho Webb. Um astrônomo disse com eloquência que o Webb é "um telescópio para todos. Podemos ver galáxias meros 700 milhões de anos após o Big Bang. Isso mostra o que conseguimos fazer quando unimos nossas forças". Fantástico! Os contribuintes americanos unem suas forças pelo bem de "todos".

Mas o orador quer saber: "Qual é o truque de persuasão?". Por exemplo, há um motivo não evidente pelo qual a Nasa descreve as fotos como "imagens". O telescópio Webb capta radiação infravermelha, que os humanos não conseguimos enxergar. Para você poder "ver" as galáxias, o infravermelho precisa ser traduzido em cores. A beleza persuasiva é "fotoshopada".

E o jornalista questiona: "Qual é o interesse pessoal?". Nosso astrônomo eloquente que usa o Webb tem interesse profissional evidente no dinheiro dos impostos dos EUA.

O benefício é conhecimento, obviamente. Quero mais conhecimento, sim. Acho ótimo que Luís de Camões e o Poetinha tenham escrito poemas em português e aprovo o fato de você comprar os livros deles com seu próprio dinheiro. Um gasto voluntário é bom.

Mas se o Estado vai nos coagir com impostos para pagar pelo telescópio, o economista quer saber dos números. Gasto involuntário pode até ser bom, mas vamos ver.

Em termos de custo, o conhecimento sobre o Big Bang custará menos para ser obtido dentro de um século, por aí, de avanços tecnológicos. Então vamos aguardar?

Em termos de benefício, quanto você se disporia a pagar se pudesse decidir? Nada de pegar carona de graça nos contribuintes americanos. Então faça a conta, some os pagamentos imaginários que teriam que ser feitos por todos no planeta. Esse é o benefício social. Chegaria perto de cobrir o custo do Webb?

Mesmo assim, há uma projeção de custo-benefício muito alta para um telescópio como o Webb, supondo que seu custo atual não pudesse ser redistribuído e supondo que ele fosse na realidade ótico. Foguetes podem impedir asteroides errantes de colidir com a Terra. Veja o filme "Não Olhe para Cima". Mas é claro que precisamos detectar suas órbitas. Só que, a partir da Terra, o Sol nos impede de enxergar plenamente metade deles. E um telescópio Webb óptico, posicionado de um lado, os enxergaria.

Mas ele é infravermelho. Para enxergar à luz do Sol uma rocha fria vindo em direção da Terra em alta velocidade, só precisamos de um telescópio óptico barato na mesma localização.

Logo, o telescópio Webb é uma deslumbrante alocação imprópria de recursos públicos. Como os governos soem fazer.
 
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Um homem como nenhum outro: Gorbachev desmontou um império.

 



Comunista convicto que queria melhorar o sistema, o líder soviético protagonizou o milagre do desmanche do comunismo com violência mínima. Vilma Gryzinski:


Como acabaria o mundo da história contrafactual? O mundo em que Mikhail Gorbachev não se tornaria o chefe da cinzenta e enferrujada liderança soviética? Sem o homem que começou tentando reformar um sistema que mandava foguetes para o espaço mas não conseguia produzir televisões que não explodissem na cara de cidadãos do maior império da Terra?

Ninguém pode responder – e o estado de alerta em que Vladimir Putin colocou o planeta ao liberar ameaças constantes de guerra nuclear não nos deixa exatamente num lugar tranquilo.

Mas não podemos esquecer do prodígio que foi o fim quase que totalmente pacífico de um mundo que terminou quando Gorbachev pediu uma caneta emprestada – a sua não funcionava – e assinou a dissolução da União Soviética, a utopia distópica criada por Vladimir Lênin que não chegou aos 70 anos.

A noite de 25 de dezembro de 1991 foi melancólica em Moscou, ao contrário da euforia quase incrédula que cercou a autolibertação do colar de satélites soviéticos no incrível ano de 1989.

Em 9 de novembro daquele ano, Gorbachev tinha ido dormir com o Muro de Berlim em pé. Acordou com a monstruosidade, símbolo de tudo o que havia de errado com o comunismo, derrubada. O destino já havia sido selado quando o homem com a mancha vermelha na testa, um hemangioma comparado à “marca da Besta”, ouviu um grito se erguer entre as pessoas que haviam ido ver como seria o encontro do propagador da glasnost com o mais ortodoxo dos líderes comunistas, o alemão Erich Honecker.

“Gorbi, Gorbi, hilf uns”.

“Ajude a gente”.

A União Soviética tinha 338 mil militares na Alemanha Oriental. O Exército Vermelho tinha sido treinado para chegar em “uma semana” a Berlim se houvesse uma guerra. Os mísseis nucleares soviéticos apontavam para todos os adversários, próximos ou distantes, táticos ou estratégicos.

Foi por causa de Gorbachev que nenhuma dessas forças foi usada, com resultados inevitavelmente tétricos, ao decidir que a Hungria de 1956 e a Checoslováquia de 1969 não se repetiriam. Ele estava fora do negócio de manter países vassalos à força e conseguiu manter na linha todo o imenso aparato de segurança que sustentava o totalitarismo.

Houve uma tentativa de golpe em agosto de 1991, quando Gorbachev passava férias na Crimeia, mas um certo Boris Ieltsin arrebatou uma pequena multidão ao subir num tanque em frente ao Parlamento e a reação fracassou.

Gorbachev ganhou o Prêmio Nobel da Paz e, durante alguns anos, correu o risco de cair no descrédito. Foi morar na Alemanha, para tratar a mulher Raisa, fez publicidade para a Louis Vuitton e enlaçou Sharon Stone numa festa em Londres.

Ao contrário dos ex-vassalos, que conseguiram fazer com sofrimento mínimo a transição do comunismo para regimes democráticos com economias abertas, os russos penaram. O mundo que Gorbachev havia desmanchado foi substituído por um vale-tudo em que os muito espertos faziam negócios espetaculares e o resto da população via trabalho, serviços públicos, aposentadorias e orgulho nacional arrastados na lama.

Gorbachev se tornou uma figura detestada pela maioria dos russos. A democracia ao estilo ocidental não prosperou e Vladimir Putin, que havia passado a noite da queda do Muro queimando documentos na estação da KGB em Dresden, iniciou uma carreira política que o levou ao delírio imperial de hoje.

Gorbachev ficou firmemente ao lado dele. “Estou absolutamente convencido de que Putin defende atualmente os interesses da Rússia melhor do que ninguém”, disse em visita à Alemanha depois da anexação da Crimeia.

Em retribuição, Putin deverá homenageá-lo, relevando a famosa definição sobre o fim da União Soviética como “a maior catástrofe geoestratégica do século XX”.

Para quem prefere a liberdade e a democracia, com todos seus tantos defeitos, foi o maior milagre de um século em que os russos talvez tenham sofrido mais do que todos os outros povos, incluindo os que oprimiram

 

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A esquerda arrogante

 

A esquerda arrogante


A liberdade, para a esquerda, é impor seu modelo para realizar a utopia coletivista: "não terás nada, mas serás feliz". Jorge Vilches para The Objective:

La izquierda está muy nerviosa. Admite que no tiene la palabra «libertad», pero con el cuajo de hablar de «robo», no de «pérdida». En su infinita arrogancia cree que las palabras son suyas, como la democracia o el derecho a gobernar porque sí, y que la derecha se las roba. No hay un ápice de autocrítica, como siempre, ni asiento en la realidad.

Las palabras no se roban. Uno se las gana o las pierde. Si la izquierda hoy se identifica con la ingeniería social, las prohibiciones, las reglamentaciones, las multas y la cultura de la cancelación, incluso el bullying político, es imposible asociarla a la palabra «libertad». Si se empeñan en corregir a la gente en su forma de ser, estar y pensar, en qué debe comer, cómo debe hablar o relacionarse, es normal que la palabra «libertad» se aleje de la izquierda.

Si esa izquierda que escribe siempre los mismos libros y las mismas columnas, atada a latiguillos enmohecidos, respetara la libertad no blanquearía el terrorismo, ni aplaudiría a dictaduras infames, o elevaría a los altares a conocidos genocidas bendecidos porque tenían «buenas intenciones» en su afán «progresista».

La libertad para la izquierda es que nos ajustemos al modelo que quiere imponer para realizar su utopía armónica y colectivista, esa del «no tendrás nada y serás feliz». Ser libre para esta izquierda es combatir el mercado, abrazar la religión ecologista e identificarse con algún colectivo de índole sexual o de género. El resto queda excluido. Es más; si uno afirma su autonomía para decidir quién es, o cómo hablar, vivir, pensar y enriquecerse, es un individualista peligroso, un egoísta al que hay que excluir.

Esta izquierda arrogante considera que la libertad es un atributo de los colectivos, no de las personas. Esto es una trampa porque el «bien general», el del colectivo, lo define la izquierda. Así solo es política para la libertad aquella que prohíbe las acciones del libre mercado y protege a los colectivos de género o sexualidad en contra de lo supuestamente establecido. El resto es facherío infame.

Todo es un relato conspiranoico. Nadie ha establecido un comportamiento estándar y obligatorio. No hay un señor con puro, machirulo y de misa de 12, que diseñe la sociedad y la moral como si fuera un videojuego. A esta izquierda no le entra en la cabeza que cada uno hace lo que quiere y puede, y que el Gobierno y las leyes deben estar solo para garantizar la libertad, no para imponer dislates utópicos.

Más claro: un ingeniero social no es una mejor persona, solo es un dictador. La mentalidad de esta izquierda recuerda a los totalitarios del pasado: dicen amar a la sociedad y a la gente, pero no les gusta la sociedad ni la gente, y por eso quieren excluir a los otros y obligar a la transformación de todo. Su relación con el resto es la propia de maltratadores: te voy a cambiar para que seas decente.

La soberbia con la que se atribuyen la cultura y la inteligencia es también digna de estudio de psicología social. En su simplismo tienen una visión dicotómica de la vida: lo bueno y lo malo. La izquierda son la rosa y el clavel que abren la muralla, lo bonito, joven y esperanzador, lo culto y lo inteligente; y la derecha es el cardo borriquero, lo feo, viejo y desechable, la ignorancia y la burricie. En su pensamiento no hay términos medios ni matices, lo que es una demostración de fanatismo, no de cultura ni de inteligencia.

Verás el día que esa misma izquierda que llora por las esquinas del rencor se dé cuenta de que no solo ha perdido muchas palabras, sino el respeto de la mayoría. Sus predicadores no generan esperanza ni ilusión, sino que suenan a prohibición vieja, a la vuelta a la Edad de Piedra, a nostálgico de banderita y canción protesta.

La izquierda arrogante hace mucho que dejó de ser simpática a la mayoría. La atribución de la superioridad moral, el desprecio con el que miran al resto, y la cantidad de lecciones dadas no pedidas están en el alma del totalitario de todos los tiempos, y la izquierda actual no iba a ser menos.

No solo han perdido la palabra «libertad» sino que son sus enemigos. Conservan entre ceja y ceja la máxima de Lenin: «Libertad para qué». Su concepto de libertad pasa por el leninismo más rancio, que considera que la libertad llega por la igualación material impuesta por el Estado, y la eliminación de las relaciones de producción del capitalismo, que permiten, a su entender, la emancipación del trabajador.

Esto ya lo hicieron en la URSS y en la Europa del Este, y fracasaron porque ese planteamiento aplasta la verdadera libertad. Por eso el comunismo solo se mantiene como dictadura, con cierre de fronteras y apertura de cárceles.

Esta izquierda arrogante, que vive en su ecosistema de aplausos mutuos, con dirigentes millonarios que saludan a la plebe desde el coche oficial o la mansión, quizá debería darse una vuelta por la realidad, bajarse del pedestal, y admitir que hoy está desfasada.
 
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Disforia educativa

 



Há importantes interesses econômicos em jogo por trás das mudanças de sexo: cada pessoa que inicia os tratamentos (e quanto antes, melhor) se converte em cliente obrigatório das farmacêuticas por toda a vida. Fernando Savatar para The Obcjective:


Sigue siendo difícil convencer a los ciudadanos de que las mayores amenazas para nuestras democracias vienen siempre, directa o indirectamente, de perversiones educativas. Este descuido se debe a que el tiempo de la educación es muy largo, en contraste con las atropelladas urgencias alarmantes que nos llegan diariamente por internet. Malo o bueno, el efecto de la educación sobre nuestra convivencia rara vez se nota antes de diez, quizá veinte años. ¿Quién va a plantearse problemas a tan diferido plazo, como no sean los ecologistas más empecinados, que hablan de hipotéticos males para dentro de un siglo como si estuviesen ya al alcance de la mano? Además, los peligros educativos se suponen siempre como ocultamiento o falsificación de datos históricos, por razones nacionalistas o de ideología sectaria, así como sustitución de lecciones científicas por visiones pseudoreligiosas (creacionismo, racismo, etc..). Es decir, lo habitual es imaginar que lo que pervierte la educación son las influencias supersticiosas y retrógradas del pasado, no las supersticiones y oscurantismos del presente que apuntan al futuro. Grave error, porque estos últimos son los más correosos y difíciles de combatir. Como bien señaló Chesterton, lo peliagudo y arriesgado es combatir las nuevas ideas, no las viejas, por lo mismo que hay que esforzarse más para vencer a un mocetón de veinte años que a su abuela.

Actualmente, tanto en los países de la Unión Europea como en Estados Unidos, una de las peores perversiones educativas (que cuenta con el apoyo contagioso de las redes sociales pero también de docentes y médicos sin escrúpulos) es la ideología queer o trans que ofrece a los niños desde los 4 años o antes la posibilidad de «elegir» su sexo y modular su género de acuerdo con una disponibilidad ilimitada que no veta nada y sólo sospecha de la normalidad. Para los niños así secuestrados ideológicamente, el sexo deja de ser un dato biológico inamovible que luego será desarrollado por cada cual de acuerdo con sus preferencias eróticas (como la nutrición es una necesidad humana vital que cada cual orienta después de acuerdo con caprichos gastronómicos) y se convierte en una coacción restrictiva surgida de la conspiración de los intolerantes. Lo explican breve y contundentemente dos psicoanalistas y pedopsiquiatras francesas, Caroline Eliacheff y Céline Masson, en su librito La fabricación del niño-transgénero (L’Observatoire; no traducido al castellano), que lleva un subtítulo revelador: «¿Cómo proteger a los menores de un escándalo sanitario?».

Según las autoras, los niños padecen actualmente a través de las redes sociales un bombardeo publicitario que convierte el cambio de sexo en una opción atrayente, un gesto de moda que confiere distinción a quien lo adopta y sobre todo atrae la atención de compañeros y adultos sobre el sujeto en un momento vital en que tal regalo es especialmente codiciado. Cuando hace público que «ha nacido con un cuerpo equivocado» y por tanto exige cambiar de nombre, de indumentaria, de alojamiento y de categorías deportivas, antes de pedir tratamiento hormonal y cirugía para completar de modo casi irreversible su transformación fisiológica (que desde luego siempre será ortopédica y nunca llegará a sus cromosomas), el neófito es acogido por un grupo de cofrades que le blindará contra los demás, empezando por sus padres, y le dictará la nueva jerga que debe utilizar pero también le aprisionará como cualquier secta y le afeará como una vergonzosa traición cualquier retroceso en el camino emprendido. Esas sectas, que no renuncian a utilizar las amenazas y hasta formas de violencia contra los «fascistas» que se oponen a su manipulación de menores, inspiran un santo pánico entre adultos (a veces los propios padres, otras endocrinólogos, psicólogos, ministros, etc…) que no quieren verse «cancelados» por esos activos nigromantes al servicio del espíritu de los tiempos.

Desde luego, hay que ayudar a quienes sufren problemas de adaptación a su cuerpo y la interacción social, aunque rara vez los trastornos de la pubertad se resuelven con intervenciones médicas. El profesor Paul R. McHugh, jefe de servicio en psiquiatría del hospital Johns Hopkins, explica: «¿En qué la creencia de un hombre de que es una mujer aprisionada en el cuerpo de un hombre difiere de los sentimientos de una paciente de anorexia que se ve obesa? Sin embargo, no se trata el trastorno de esa paciente con una liposucción. Entonces, ¿por qué amputar a los pacientes que sufren disforia de género de sus genitales?». Tampoco debe olvidarse que hay importantes intereses económicos en juego: cada persona que inicia los tratamientos de cambio de sexo (y cuanto antes mejor) se convierte en cliente obligado de las farmacéuticas para toda su vida. Entregar a quienes no tienen madurez afectiva ni física a estos procesos complejos que condicionarán su vida para siempre (tanto si siguen con ellos como si tratan de revertirlos, lo cual es más difícil y doloroso) es un auténtico crimen contra la infancia, que además aspira a revestirse del oropel de la emancipación contra la tiranía de los binarios…

Como dicen nuestras autoras, «esta campaña virtuosa en nombre del bien del niño es en realidad una negación de su derecho a ser protegido».»El transgenerismo – dicen Eliacheff y Masson en su libro ya citado- no es más que el síntoma de una coyuntura política marcada por derivas identitarias y caracterizada por una crisis profunda de la racionalidad». Educar es formar seres humanos capaces de potenciar su humanidad y reforzarla del modo más veraz, solidario y creativo. Pero «si no hay cuerpos, sexo, ni mujeres, ni niños… ¿qué queda de lo humano? Ser humano es someterse a las prohibiciones fundamentales y aceptar la renuncia a la omnipotencia interiorizando los límites». Nuestras sociedades padecen una auténtica disforia educativa, es decir, un rechazo ideológicamente inducido a cumplir la misión que ha correspondido a la paideia desde nuestros orígenes griegos y cristianos. Pero sin paideia humanista tampoco tendremos mucho tiempo democracia humanizadora

 

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Xiita contra xiita: disputa pelo poder no Iraque envolve irmãos de fé.

 

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Nada é simples no país que os Estados Unidos desmontaram em 2003 e ninguém nunca mais conseguiu montar de novo. Vilma Gryzinski:


Uma vez derrubada a ditadura de Saddam Hussein, os iraquianos xiitas iriam todos obedecer fielmente as ordens emanadas de seus irmãos de fé do Irã, muito mais organizados e disciplinados.

Esta foi uma das conclusões óbvias sobre a invasão americana de um país complicado, dividido por fissuras religiosas e étnicas, uma construção artificial que só a brutalidade atilada de Saddam conseguia manter de pé.

Como sempre, a realidade é mais complicada. A explosão de distúrbios que aconteceu nos últimos dias em Bagdá, com invasão do Parlamento, da sede de governo e de outras instituições – com direito a mergulho na piscina dos poderosos, evocando as recentes cenas no Sri Lanka – é uma demonstração disso.

Dessa vez, são xiitas se matando entre si. Uma corrente segue os aliados do Irã; outra, que invadiu a Zona Verde e botou para quebrar, é de adeptos de Moqtada Sadr, um líder religioso caprichoso e influente, que com um simples tuíte põe milhares de pessoas nas ruas.

Sadr já fez de tudo: matou americanos, matou iraquianos seguidores da corrente majoritária, a sunita, e colocou suas milícias para fazer o trabalho sujo contra o Estado Islâmico. Seu Exército do Mahdi – a designação remete à figura messiânica que os xiitas esperam para anunciar o fim dos tempos – reencarnou com o orwelliano nome de Batalhões da Paz.

As alianças políticas acompanharam os tempos. Sadr deixou muita gente de queixo caído ao incluir em seu bloco político deputados comunistas, curdos e sunitas – tudo o que os xiitas, em princípio, odeiam.

O bloco foi o mais votado, com 73 deputados num total de 329, mas sem maioria para fazer um governo, alimentando um impasse que parece ser o estado natural do Iraque. Em junho, Sadr mandou todo mundo renunciar só para não ter que fazer um acordo com os xiitas que seguem a linha de fidelidade ao Irã.

O nacionalismo de Sadr irrita o regime iraniano, que se vê como o tutor dos primos rebeldes do outro lado da fronteira. Existe também, implicitamente, um sentimento de superioridade dos persas em relação aos indisciplinados árabes.

Os xiitas têm a tradição de seguir figuras religiosas carismáticas e Moqtada Sadr vem de uma família de líderes venerados. Seu pai, dois irmãos e o sogro foram mortos pela ditadura de Saddam. O bairro xiita mais conhecido de Bagdá tem o nome de Sadr City, em homenagem ao pai dele.

Brutal no tratamento dos xiitas – e de qualquer outra potencial ameaça a seu poder, inclusive na própria família -, Saddam manteve o Iraque unido a ferro e fogo. A remontagem do país tem sido sucessivamente frustrada.

Moqtada Sadr é um fio desencapado no arco de influência que o Irã constrói com paciência estratégica, estendendo-se pelo Iraque, a Síria e o Líbano. Muito próximo de alcançar outra vitória, com a reencarnação do acordo nuclear rasgado por Donald Trump, o que o livrará do peso das sanções americanas, o regime iraniano tem que aturar os rompantes de Sadr, que já tentou até uma aproximação com a Arábia Saudita. Os Estados Unidos também procuram usar Sadr, com seus milhões de seguidores, como contraponto à influência iraniana.

Não interessa ao Irã uma explosão no Iraque, com suas sanguinárias disputas internas e uma permanente instabilidade. Eventualmente, cabeças frias podem até tentar uma recomposição com o esquentadíssimo Moqtada Sadr, que mandou seus seguidores saírem das ruas depois de confrontos que deixaram 30 mortos e anunciou o encerramento de suas atividades políticas.

Mas uma hora a paciência acaba.

Uma STASI para chamar de nossa

 


Guilherme Baumhardt 

 

O início dos anos 2000 trouxe uma interessante produção cinematográfica alemã. Recomendo o fantástico “Adeus, Lênin” (2003), em que uma senhora entra em coma antes da queda do Muro de Berlim e desperta em um país já unificado – sob rigorosa recomendação médica de não ser submetida a emoções fortes. Já o filme “O Grupo Baader Meinhof” (2008) retrata o surgimento e as atrocidades dos terroristas de extrema-esquerda, responsáveis por atentados na então Alemanha Ocidental. Mas a obra que mais se assemelha ao que vivemos hoje no Brasil certamente é “A Vida dos Outros” (2007).

 Aos que não assistiram, um breve resumo. Um dos grandes dramaturgos da Alemanha Oriental (Georg Dreyman) é considerado por muitos o modelo de cidadão alemão a ser seguido. É o sujeito perfeito, que não questiona o regime e sobre o qual não pairam suspeitas. Ao menos até o dia em que um burocrata do governo resolve vigiá-lo 24 horas por dia, utilizando o aparato da STASI, a polícia secreta da Alemanha soviética.

 Escutas são instaladas no apartamento em que Dreyman vive. Cada passo dele e sua companheira passam a ser monitorados. Toda palavra ou ação é alvo da atenção dos espiões. Ao perceberem que viraram foco dos agentes, as conversas na casa passam a ser feitas ao pé do ouvido, com música alta ao fundo, para que os microfones instalados de maneira clandestina não captem o que é dito. Alguma semelhança com a operação da Polícia Federal contra oito empresários brasileiros ocorrida nesta semana? Sim, o Brasil de Alexandre de Moraes e do STF virou isso.

 A vida imita a arte. A ação autorizada pelo autossuficiente Moraes (que instaura inquéritos, investiga, julga e condena) é a reprise desse estado policialesco. Celulares foram apreendidos, contas em redes sociais foram bloqueadas, o sigilo bancário de investigados foi quebrado. Para quê? Inúmeros motivos foram elencados, nenhum deles minimamente plausível até aqui. O que parece bastante claro, porém, é o caráter intimidatório da ação.

 Estamos tratando de mensagens trocadas em um espaço privado. E, do que veio a público até agora, nada (repito, nada) representa um atentado contra a democracia. “Ah, mas alguns ali falaram em golpe, Guilherme!”. Sim, e desde quando alguém deve ser punido por uma ideia, por mais estapafúrdia que ela seja?

Não custa lembrar: o ainda todo-poderoso petista José Dirceu já disse com todas as letras que “eleição não se ganha, se toma”. Inúmeros integrantes da esquerda e extrema-esquerda não escondem o fascínio e a admiração por regimes ditatoriais, alguns com boas doses de saudosismo da extinta União Soviética. No Brasil, idolatra-se um ditador chamado Getúlio Vargas (que governou o país durante muito mais tempo sem ter sido eleito, do que pela via democrática). E? Todos são livres para defenderem, inclusive, absurdos. É a beleza da liberdade.

Desde a eleição de Jair Bolsonaro alguns alertam para “tempos sombrios” e para o “obscurantismo”. Alertas de araque, feitos por pensadores de fundo de quintal. A afronta às liberdades vem do outro lado da Praça dos Três Poderes, em Brasília. Foi o Supremo Tribunal Federal quem mandou prender jornalistas. Foram os “supremos” que ordenaram a prisão de um deputado federal que goza de imunidade parlamentar. Se há uma ameaça às liberdades nesse país, ela começa na casa dos togados.

 Foi o ministro Alexandre de Moraes que acionou a Polícia Civil de São Paulo para enquadrar um grupo que conversava no Jockey Club da capital paulista, fazendo críticas ao STF. Detalhe: Moraes não estava ali, foi “avisado” por terceiros. E, assim, voltamos ao filme “A Vida dos Outros”. Temos, portanto, uma Stasi para chamar de nossa.

 Enquanto isso, parte de uma imprensa calhorda comemora. Mal sabem eles que amanhã ou depois podem ser os próximos alvos da fúria suprema. Para a burrice, infelizmente, ainda não há remédio.

*          O autor é jornalista e o artigo foi publicado originalmente no Correio do Povo de 28 de agosto de 2022

Quem perdeu o debate?

 


Fernão Lara Mesquita

 

Se o debate de domingo na Band serviu para alguma coisa além de embalar o seu sono foi para provar que Lula não resiste a um grama de contraditório. Ele só está nesta eleição porque ainda não tinha tido nem isso da imprensa nacional. E só acabou sendo chamado na cara exatamente daquilo que é domingo porque nem Alexandre de Moraes pode, por enquanto, prender e arrebentar por "fake news", "discurso de ódio" ou "ato antidemocrático" todos os outros candidatos a presidente fora Bolsonaro como acabará fatalmente fazendo se não for detido.

Resposta?

Nenhuma, pois não ha resposta possível para o que Lula é senão a que lhe deram os 9 unânimes juízes das três instâncias profissionais do sistema judiciário brasileiro que o monocrata Edson Fachin, guindado ao STF pela militância aguerrida que tinha no MST, revogou com uma única canetada expressamente inconstitucional.

Quem ainda hesita em aplicar a essa imprensa os qualificativos que ela pede pode basear-se ainda nas primeiras páginas e nas páginas editoriais de terça-feira, passados dois dias, em que se lê que cobrar Lula pelo "maior assalto de todos os tempos", na definição do Banco Mundial,  é "ataque pessoal", não havendo qualquer diferença digna de nota entre os 13 anos de saque à nação que o levaram à cadeia e a tentativa rejeitada de suborno que, segundo um obscuro cabo de uma guarda municipal, "teria havido" na compra que não aconteceu da vacina Covaxin.

Nada de novo, portanto, já que essa imprensa é aquela que jura de pés juntos que o que realmente ameaça a democracia brasileira é "o potencial de financiamento de atividades digitais ilícitas e incitação a atos antidemocráticos" do velhinho da Havan e outros "empresários bolsonaristas golpistas" noticiados por um site de internet mais obscuro ainda e não as prisões e as des-prisões ilegais, as violências inconstitucionais, a censura prévia, os bloqueios de contas de familiares de suspeitos, as prisões sem julgamento e a espionagem chinesa do WhatsApp de gente menos abastada mas igualmente protegida pela Constituição concretamente perpetradas por Alexandre de Moraes. É aquela imprensa, enfim que, olhando nos seus olhos com cara de séria, jura que a urna do monocrata Barroso "é inviolável" e que tudo que Lula deve ao Brasil são "desculpas" e "explicações" sobre o que fará para "deixar de ser" o que sempre foi...

Quanto ao mais, quanto aos demais candidatEs, homens e mulheres no corpo com que nasceram ou no que acham que têm lá dentro das suas cabeças feitas, o debate foi o que faz deles a bizantina legislação eleitoral que transforma a "democracia brasileira" na piada triste que é: um espetáculo de mau teatro "levado" por candidatos de si mesmos, por si mesmos e para si mesmos, produtos de "partidos políticos" estatais, propriedade intransferível de "líderes" sem liderados, com que o eleitorado brasileiro nada tem a ver nem antes, nem durante, nem depois de tiradas das cartolas as suas "candidaturas", ora fazendo-se de bravinhos e indignados, ora querendo ser engraçados.

Nenhum deles vê defeitos no sistema de (não) relacionamento entre o País Oficial e o País Real de que todos os problemas brasileiros decorrem e sem a solução do qual nenhum, por definição, poderá ser resolvido dentro de um contexto democrático. 

Decorre dessa falsificação do fundamento que define a democracia que todos juram querer macaquear que tudo se resuma a mais um debate de "eus" inteiramente apoiado no "quesejismo": "Eu quero um país que seja assim e assado e partidos e políticos que sejam isto ou aquilo" sem qualquer palavra que indique que suas excelências suspeitem que são diferentes tecnologias institucionais que determinam que tudo processado por elas "seja" inevitavelmente como é, e contemplem ainda que remotamente a ideia de montar um sistema que permita que o povo brasileiro, que sabe melhor que ninguém do que exatamente é que precisa, possa governar por si e para si como é da definição da verdadeira.

Pajelança pura, mas com a desvantagem de que os nossos modernos morubixabEs não acreditam nem por um segundo, como os dos bons tempos da Idade da Pedra, nos "passes" que estão dando.

*      Publicado originalmente em O Vespeiro, site do autor, que é jornalista.