Se prestarmos atenção aos escritos de historiadores, comprovaremos que, começando por Atenas, a Roma republicana antes do Império, o mundo árabe na Espanha e o início das colônias norte-americanas, não havia interferência estatal em matéria educacional. Artigo do professor Alberto Benegas Lynch (h) para o Instituto Independiente:
Hay justificadas quejas por la politización y el consiguiente adoctrinamiento en instituciones de enseñanza
y, sin embargo, se acepta que los aparatos estatales impongan criterios
curriculares en esos centros, sean estatales o privados, que en este
último caso están privados de independencia.
La
característica medular de la educación estriba en un proceso de prueba y
error en un contexto evolutivo. Nadie debiera tener la facultad de
imponer estructuras curriculares puesto que de ese modo se cierran las
puertas y ventanas de un sistema que requiere el máximo oxígeno en un
proceso competitivo en el que se establecen auditorías cruzadas para
lograr los mayores niveles de excelencia. Uno de los pilares de
cualquier educación que se precie de tal consiste en fomentar el
pensamiento independiente y en la capacidad de cuestionar el statu quo y
despejar telarañas mentales, lo cual pretendemos hacer en esta nota
periodística. Los aparatos de la fuerza debieran ser ajenos a la
educación. No resulta posible enseñar libertad sobre la base de la
compulsión.
Entonces
no solo no tienen sentido los llamados ministerios de educación y de
cultura, sino que la educación estatal resulta un contrasentido igual
que literatura estatal, periodismo estatal, arte estatal y demás
dislates. Y no digo "educación pública" puesto que se trata de un
disfraz ya que la educación privada es también para el público.
No
se trata de sostener en modo alguno que en las instituciones estatales
no hay excelentes profesores y profesoras. Por otra parte, no sería
consistente con mi propia trayectoria fuera de ámbitos universitarios
privados si pensara que toda la enseñanza estatal es deficiente ya que
también me he desempeñado en universidades estatales. No se trata de
refutar el hecho de lo mucho y bueno aprendido en entidades
gubernamentales de enseñanza merced a las esforzadas y meritorias tareas
de maestras y maestros. Salvando las distancias, tampoco es el caso de
discutir en nuestro medio la faena formidable de Sarmiento en un
territorio virgen, aun con las críticas por haber desplazado la
enseñanza privada debido a la "gratuidad" de su propuesta (recordemos al
pasar que nada es gratis).
A
esta altura de los acontecimientos, se trata de revisar el fondo del
asunto y no para circunscribirlo al caso argentino, sino para formular
un análisis global que cabe a todas las instituciones estatales de
educación en todas las latitudes. No es un asunto de mala voluntad, sino
de independencia y de incentivos puesto que no es lo mismo cuando uno
paga las cuentas que cuando fuerza a otros a pagarlas.
Las
acreditaciones, en los casos en que se requieren, serían realizadas,
tal como sucedía originalmente, a través de academias e instituciones
privadas que, en el proceso, además, sirven también de auditorías
cruzadas y en competencia por la calidad de los programas.
Por
otra parte, es menester contemplar las características únicas de cada
uno de los que aplican para la educación formal, que incluso lo son de
un modo multidimensional en la misma persona, por lo que se requiere un
proceso dinámico y cambiante.
Debe
comprenderse que todos pagamos impuestos, especialmente los más pobres,
que pueden no haber visto nunca un formulario fiscal. Esto es así
porque aquellos que son contribuyentes de jure reducen sus inversiones,
lo cual, a su turno, disminuye salarios e ingresos en términos reales,
una secuencia que tiene lugar debido a que las tasas de capitalización
constituyen la única explicación por la que se eleva el nivel de vida.
Más
aún, si tomamos en cuenta el concepto de utilidad marginal resulta
claro que una unidad monetaria -a pesar de que no son posibles las
comparaciones intersubjetivas de utilidad ni tampoco pueden referirse a
números cardinales- en general no es lo mismo para una persona pobre que
para una persona rica. En el primer caso, manteniendo los demás
factores constantes, el efecto negativo del tributo será mayor, lo cual
hace que el impacto impositivo recaiga en definitiva con mayor peso en
los más pobres como consecuencia de la antedicha contracción en las
inversiones.
Desde
otra perspectiva, los costos por estudiante en las entidades estatales
de educación son habitualmente más elevados que en instituciones
privadas, por la misma razón que opera "la tragedia de los comunes" en
cuanto a incentivos que hacen que las mal llamadas "empresas estatales"
sean ineficientes. Por ende, debieran venderse las instituciones
estatales de enseñanza, por ejemplo, a los mismos encargados de los
respectivos claustros con todas las facilidades del caso. Y en la
transición, para financiar a los que no cuentan con ingresos
suficientes, pero tienen condiciones para aplicar a las ofertas
educativas existentes, se ha sugerido el sistema de vouchers en
repetidas ocasiones. Este sistema exhibe un non sequitr: esto significa
que de la premisa de que otras personas debieran ser forzadas a
financiar la educación de terceros no se sigue que deban existir
instituciones estatales de educación, ya que el voucher (subsidios a la
demanda) permite que el candidato en cuestión elija la entidad privada
que prefiera.
Se
ha dicho repetidamente que la educación es un bien público, pero esta
afirmación no resiste un análisis técnico ya que no calza en los
principios de no rivalidad y no exclusión propios de los bienes
públicos.
También
se ha dicho una y otra vez que la educación estatal debe incorporarse
porque le da sustento a la idea de la "igualdad de oportunidades". Esta
figura, prima facie parece atractiva pero es del todo incompatible y
mutuamente excluyente con la igualdad ante la ley. El liberalismo y la
sociedad abierta promueven que la gente disponga de mayores
oportunidades no iguales debido a que las personas son distintas. La
igualdad es ante la ley, no mediante ella.
Se
argumenta que los niños debieran contar con un minimum de enseñanza tal
como el aprendizaje de la lectura y la escritura, pero si los padres de
familia consideran que eso es importante, es eso a lo que se le
otorgará prioridad tal como ha ocurrido a través de la historia por
medio de pagos directos o por medio de becas. Es muy cierto que la
educación es fundamental, pero más importante aún es el estar bien
alimentado y ninguna persona de sentido común, a esta altura, propondrá
que la producción de alimentos esté en manos del Estado, porque la
hambruna es segura.
Si
prestamos atención a los escritos de historiadores, comprobaremos que,
comenzando con Atenas, la Roma de la República antes del Imperio, el
mundo árabe en España y en el comienzo de las colonias estadounidenses
no había interferencia estatal en materia educativa. Cualquiera podía
instalar un colegio y competir para atraer alumnos a muy diferentes
precios y condiciones, lo cual produjo como resultado la mejor educación
del mundo de entonces. Debido a que el control gubernamental poco a
poco se fue apropiando de la educación, desde el siglo XVII se instaló
el primer sistema estatal en Alemania y en Francia. Ya en el siglo XVIII
la mayor parte de Europa estuvo bajo la influencia de este sistema
(excepto Bélgica, que lo impuso en 1920).
Por
último, destaco que, en una sociedad abierta, cuando se estima que
padres lesionan derechos de sus hijos sea en materia educativa,
alimentaria o física, quienes detectan esas conductas pueden actuar como
subrogantes ante la Justicia.
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