En lugar de la igualdad racional del liberalismo, hoy prima la expresión de la diferencia. Carlos Granés para The Objective:
Cuando este periódico
y una revista colombiana me preguntaron por mi lista de los mejores
libros del 2023, tuve que rehuir la respuesta y confesar que había
estado un tanto desconectado del presente, leyendo memorias, cartas y
biografías escritas con dos siglos de retraso. Mientras mis
interlocutores estaban interesados en lo que se había escrito en 2023,
yo estaba tratando de entender la mentalidad latinoamericana –las ideas,
los debates ideológicos- de 1823. Y es verdad que logré mantenerme fiel
a mi anacrónico plan de lecturas buena parte delaño, al menos hasta que
volví de Chile cargado con los libros de Carlos Peña. Desde entonces he
encadenado uno a uno sus ensayos.
Digo
ensayos, en plural, porque en efecto Peña ha publicado muchos libros y
es un escritor prolífico e incansable. Pero también habría podido decir
ensayo, porque cada uno de sus libros es en realidad un capítulo de un
mismo proyecto, de un gran y único libro con el que se ha propuesto
entender las complejidades, dichas y desencantos de la modernidad occidental.
Más específicamente, la manera en que los procesos de modernización
acelerada que han experimentado países como Chile, su país natal, pero
también España o Colombia, generan ansiedades y malestares que demandan
un diagnóstico preciso para no incurrir endespropósitos políticos,
utopías inviables o delirios ideológicos.
Peña
oficia como una especie de analista o psicólogo de la modernidad.
Rastrea sus bases filosóficas, sus engranajes sociológicos, su debates
económicos, sus instituciones y dinámicas, sus conflictos y tensiones,
para diagnosticar los malestares y dilemas que genera. Esta mirada
minuciosa es esencial para no confundir las consecuencias de los
procesos de modernización, que en muchos casos inquietan y enajenan, con
el proyecto mismo de la modernidad, que ha expandido la libertad
individual y ha mejorado notablemente el nivel y lascondiciones de vida
de millones de personas en Chile, España y buena parte del mundo. En
palabras más coloquiales, los ensayos de Peña sirven para diferenciar
una cosa de otra y no acabar tirando al niño con el agua sucia.
Los cambios que analiza Carlos Peña son los que empiezan a percibirse cuando se expanden el consumo y el mercado,
cuando la vida empieza a regirse por la idea de autonomía e
individuación, cuando la historia se convierte en memoria y en una forma
de controlar simbólicamente los recuerdos, cuando las categorías de
autoridad tradicionales se difuminan y surgen nuevos apetitos de
libertad y creación de sí. En lo que el dinero sí puede comprar
(publicado en España por Taurus), por ejemplo, un libro contraintuitivo
-al menos contraintuitivo para la mentalidad cristiana que equipara el
dinero con la corrupción y el valor materialcon la pérdida de valor
moral-, Peña señala las virtudes morales que subyacen al sistema
capitalista. Participar en mercados donde cada cual, sin compartir fines
vitales con los otros, puede cooperar con ellos, hace posible la
autonomía individual, la diferenciación y la edición de uno mismo.
Es
verdad que el mercado atenta con la estabilidad de la tradición.
También hace que el mundo se haga más abstracto y contingente, y eso
genera ansiedad. La autenticidad del origen es reemplazada por la
artificialidad del mercado, y entonces parece que nos alejáramos de las
cosas verdaderas e importantes, que en teoría no se pueden comprar. Si
bien es importante entender el malestar, lo es más aún señalar el
bienestar que se obtiene accediendo a mercados que permiten vivir la
vida como una elección individual.
Lo
mismo ocurre con los procesos de individuación y la vida en sociedades
complejas y multiculturales, un tema que observa y analiza en La
política de la identidad (Taurus España) y que complementa en Hijos sin
padre (Taurus Chile). El individualismo moderno supuso el desarraigo,
romper con la tiranía del origen y defender valores y principios
universales. La democracia liberal se fundamentó en esa posibilidad.
Sujetos autónomos y racionales deliberarían para llegar a acuerdos y
consensos. Lo que no se previó fue la ansiedad que podrían producir el
anonimato y el cosmopolitismo, ni las críticas a la ilustración o el
repliegue contemporáneo sobre las identidades grupales que otorgan justo
lo que no dan el mercado o democracia liberal, reconocimiento e
identidad. En lugar de la igualdad racional del liberalismo, hoy
prima la expresión de la diferencia. Si la modernidad pretendió otorgar
valor al individuo por su talento y su capacidad, no por su origen, hoy
cuenta más la identidad que otorgan la raza, el sexo o la religión. El
cambio es dramático y regresivo. Una consecuencia de la modernidad que
atenta contra la misma modernidad.
En
ese gran libro, compuesto de múltiples capítulos-ensayo, que lleva
escribiendo Peña desde hace un lustro, se dilucidan estas
contradicciones de la modernidad. A diferencia de los decolonialistas,
que sólo ven su lado perverso y creen posible un regreso a tiempos
pretéritos o una deconstrucción total de las categorías modernas, su
obra muestra hasta qué punto la mentalidad moderna nos ha transformado, y
cómo todas esas nostalgias son un síntoma más de su triunfo y de su no
siempre reconocida bondad.
Postado há Yesterday por Orlando Tambosi
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