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A logoterapia de Frankl se estrutuou em torno da "vontade de sentido", que nos permite superar tudo aquilo que nos causa sofrimento. Pablo Cerezal para Ethic:
Hubo
un tiempo en que las personas se preguntaban, de manera insistente y
con indisimulada constancia, por el sentido de la existencia. ¿Qué
sentido tiene mi vida y la de quienes me rodean? Podemos imaginar que
esa pregunta se la haría más de uno de nuestros ancestros, incluso
cuando aún no eran capaces de verbalizar sus pensamientos.
La
cuestión no es que haya dejado de tener importancia para el ser humano,
pero este, posiblemente, haya dejado de otorgarle importancia, sumido
como se encuentra en el vértigo de la época actual y la búsqueda de
impactos que provoquen satisfacción inmediata, más que en comprender el
sentido último de esa loca carrera en pos del placer momentáneo. A día
de hoy, las teorías freudianas se dan por caducas y superadas, pero
Freud tendría mucho que decir respecto a la voluntad de placer que anima
a un cada vez más elevado porcentaje de la humanidad.
Freud
basó el psicoanálisis justamente en eso: la voluntad de placer, la
búsqueda de la satisfacción como guía y faro del ser humano. El
neurólogo austríaco edificó sobre esa búsqueda su «principio del
placer», o el deseo del ser humano de obtener la gratificación inmediata
de las necesidades mediante la obtención del placer y la evitación de
su contrario. Si bien las teorías freudianas tenían un componente sexual
indudable, este principio no refiere únicamente a la búsqueda de la
satisfacción carnal y está más en consonancia con los tiempos actuales
de lo que pudiese parecer.
Pero
al igual que Freud pensaba que la voluntad de placer guiaba a los
humanos, su discípulo Alfred Adler le otorgaba mayor importancia a la
voluntad de poder. Y esa voluntad de poder le sirvió para establecer sus
teorías sobre los complejos de inferioridad y superioridad y fundar la
psicología individual. Para Adler, las personas, guiadas por su voluntad
de poder, pueden desarrollar uno de estos complejos (o ambos a la par)
en base al valor que se den a sí mismas en relación a quienes les
rodean. La base de esta corriente de la psicoterapia fundada por Adler
tampoco debería sonarnos extraña, a día de hoy.
El
psicoanálisis de Freud fue el origen, también, también, de la
logoterapia fundada por Viktor Frankl, alumno de Adler que dejó de
comulgar con sus teorías tras una serie de acontecimientos vitales que
le cambiarían para siempre. Frankl fue prisionero
en varios campos de concentración nazi. Allí comprendió que la única
voluntad que puede mover a los humanos de manera positiva y productiva
es la voluntad de sentido.
Pero
Frankl ya había formulado, a la temprana edad de 19 años y antes, por
tanto, de sufrir el horror impuesto por los acólitos de Hitler, la idea
sobre la que fundamentaría el posterior desarrollo de su logoterapia. Se
trata, al fin, de la premisa filosófica a que aludíamos al inicio:
todos debemos intentar responder a la pregunta primordial acerca del
sentido de nuestra vida.
La
logoterapia de Frankl se estructuró alrededor de esa voluntad de
sentido que nos permite superar todo aquello que nos cause sufrimiento.
Si comprendemos que incluso las situaciones más dolorosas tienen
sentido, podremos convertirlas en oportunidades para el crecimiento
interior que nos permita tener una vida plena.
La
voluntad de sentido se enfrenta de manera abierta a la voluntad de
placer de Freud y la voluntad de poder de Adler, ya que ambos conceptos
son consecuencias de alcanzar un fin, y no un fin en sí mismo. Y eso,
justamente, es lo que significaba la voluntad de sentido para Frankl: el
hallazgo de un argumento, una razón que nos permita orientar nuestra
vida, nuestros pensamientos y motivaciones hacia un objetivo que valide
de manera razonable nuestra forma de obrar y conducirnos en el mundo que
nos ha tocado vivir.
Cuando
una persona se rige por la voluntad de sentido no hallará la
frustración que encuentran aquellas que únicamente persiguen el placer o
el poder. Esa carencia de frustración le salvará, por tanto, del
peligroso vacío existencial en que se dejan atrapar tantos y que, a la
vista está, no favorece el progreso individual ni social.
No
son pocos los que han tildado la logoterapia de ciencia psiquiátrica
conformista y débil, pero si nos fijamos en ciertas religiones
orientales, podremos comprender que la aceptación de las dificultades en
base a un sentido último viene de lejos y no implica una actitud
derrotista ante la vida sino, tal vez, una vitalidad mayor ante los
reveses que esta nos propina.
Postado há 5 days ago por Orlando Tambosi
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