BLOG ORLANDO TAMBOSI
Em artigo publicado pelo Instituto Independiente, José Carlos Rodríguez analisa a revolução financeira que acompanhou a Revolução Gloriosa na Inglaterra:
Tras
la Revolución Gloriosa, el Gobierno debía someterse al Parlamento, todo
un logro para la historia de la democracia. La guerra que había
desembocado en la Revolución había mermado los fondos de la Corona
inglesa. A la ascensión de William y Mary siguieron varias guerras que
esquilmaron aún más las arcas del Reino, hasta prácticamente vaciarlos a
los cinco años de su llegada al Trono. Pero entonces se produjo otra
revolución, la financiera, que le dio un vuelco a ambas situaciones.
Un
escocés de nombre William Paterson llegó ante la Corona con un plan
debajo del brazo: un conjunto de personas, cercanas al poder,
constituirán una corporación que le realizarían un préstamo al gobierno
que, en lugar de amortizarse en un plazo definido, proveería de un
interés perpetuo. Esta institución tendría la facultad de comprar deuda
del Gobierno, emitir billetes, comprar y vender oro y descontar pagarés.
El capital original de esta institución fue de 1.200.000 libras, de las
cuales 10.000 las puso William III y la misma cantidad la reina Mary
II. Se constituyó en 1694 y su nombre es el Banco de Inglaterra.
El
Gobierno creó dos compañías monopolísticas cuya carta se concedió a
cambio de que adquiriesen títulos de deuda del Banco de Inglaterra. A la
Compañía de las Indias Orientales, creada en 1709 a partir de otras
empresas, se le concedió el monopolio del comercio con Asia a cambio de
la compra de grandes cantidades de obligaciones del Banco de Inglaterra,
llamadas "anualidades". La Compañía de los Mares del Sur recibió el
monopolio del comercio de bienes y esclavos con África a cambio de
comprar 9 millones de libras en anualidades. El Banco de Inglaterra, con
esos fondos, pudo financiar cantidades crecientes de deuda pública. En
1719 alcanzó los 50 millones de libras. Pronto empezó a causar cierto
temor por su tamaño. Gran parte de la deuda cambió su carácter perpetuo
por préstamos a largo plazo y se habilitó en 1716 un fondo de
amortización a partir de la retirada de ciertos impuestos fijos.
Walpole, que lideró el gobierno de 1721 a 1742, amplió este fondo de
amortización para restablecer el crédito de la deuda pública. Pronto
comenzaron a venderse los títulos en la Bolsa de Londres, lo que les
otorgó gran liquidez.
El
primer problema apuntado aquí, el de la pobreza de los fondos públicos,
quedó ampliamente resuelto. ¿Qué pasó con el otro, con el triunfo del
Parlamento tras la Revolución Gloriosa? Echemos antes la vista atrás
para recordar cuál era el papel del Parlamento inglés. El Rey, aunque
muy poderoso, tenía cierto carácter de primus inter pares. No sólo había
pretendientes al trono sin poder alegar derecho de sucesión, sino que
hubo varios cambios de dinastía, como es bien sabido. Sus fuentes de
ingresos procedían sobre todo de sus rentas como terrateniente y su
riqueza se ampliaba o dividía con las conquistas y alianzas
matrimoniales. Contaba, además, con el apoyo militar con la nobleza, o
con la parte de ésta con la que había logrado una alianza.
Tenía
también otra fuente de ingresos. La proveían los Comunes, que se
reunían para fijar las contribuciones a las necesidades del reino. Se
consideraba que los impuestos eran dádivas (gifts) que se entregaban a
cambio de que la Corte los destinase a ciertos usos consensuados. El
Gobierno no se podía distinguir de la persona del Rey y de su Corte, con
un personal bastante escaso. Su capacidad de financiación, más allá de
sus propias rentas, era muy limitada e inflexible. Lo que podía sacarle a
los Comunes era del orden de magnitud de varios cientos de miles de
libras. Los Comunes eran una institución distinta de la Corona, y no
podía disponer de ella a su voluntad.
De
hecho, en eso se basaba la idea de separación de poderes o, más
propiamente, de gobierno mixto de Inglaterra. Desde el siglo XVII se
acuñó la idea de que aquel país había resuelto el problema clásico del
gobierno expresado por Polibio de que éste siempre tendía a la
corrupción: desde la monarquía a la tiranía, de la aristocracia a la
oligarquía y de la democracia a la demagogia y la anarquía. Y ello
gracias a que había conservado un equilibrio entre los tres principios,
una monarquía que conservaba todas sus virtudes, pero que estaba
fiscalizada por la democracia (los Comunes), moderados a su vez por el
buen sentido de la aristocracia (la Cámara de los Lores).
La
revolución financiera cambió todo eso. "A partir de entonces", escribe
Forrest McDonald en Novus Ordo Seclorum, "los tres estados del país se
encarnaron en un sólo Estado, cuyos recursos y cuyo crédito comprendía
todo el reino". Y, dotado de nuevos medios económicos, el Gobierno
adquirió un poder antes desconocido. Es más, esa fuente de financiación
no dependía del Parlamento, por lo que podía tomar medidas al margen y
en contra de sus indicaciones. La administración creció a un ritmo
inaudito. Pronto surgió una corriente de opinión contraria a la
revolución financiera y a sus implicaciones políticas. Esta "corriente
de la oposición", que tanto influiría en los Padres Fundadores de los
Estados Unidos, veía en estos cambios una corrupción del sistema de
gobierno inglés. Bolinbroke, el tory líder de la oposición a Walpole,
acuñó el término "Robinocracia", que hacía referencia a que el primer
ministro seguía ejerciendo el poder en un entorno institucional
aparentemente constitucional, pero corrompido por la influencia del
Ejecutivo sobre el Parlamento: "El Ejecutivo posee medios para distraer
al Parlamento de sus funciones propias; seduce a sus miembros
ofreciéndoles puestos y pensiones (...) persuadiéndoles de que adopten
medidas (Ejército permanente, deuda nacional, impuestos sobre el
consumo) por las que las actividades de la administración crecen más
allá de lo que pueda controlar el Parlamento". Sí. El Gobierno podía
comprar a los miembros del Parlamento con prebendas y condicionar el
sentido de su voto. ¿A quién representaban ahora?
En
las Cartas de Cato, John Trenchard y Thomas Gordon dejaron claro que el
poder Ejecutivo era la mayor amenaza para la libertad porque podía
corromper al resto de poderes, y lo había logrado gracias a su nueva
capacidad financiera. Bolinbroke consideraba que, dado que el sistema
financiero afectaba directamente a los hábitos de la gente, suponía una
amenaza superior a todas las demás. Y veía en los créditos a largo plazo
que obtenía el Gobierno una forma de beneficiar al partido de la Corte,
a los adinerados que se adhieren al poder político, hipotecando a la
gente (el partido del campo), que acabará pagando tales deudas con sus
impuestos.
El
primer banco central de la historia ayudó a corromper el gobierno mixto
inglés que, lejos de acercarse a cualquier ideal de perfección, había
evolucionado hacia un sistema bastante razonable, enraizado en la
estructura social del país, y que dificultaba el crecimiento del poder
central. Valga como ejemplo que tradicionalmente se había confiado la
defensa del país a las milicias, a la propia gente armada y organizada
localmente, y que se había identificado a los ejércitos permanentes
(standing army) con la tiranía. Gracias al Banco de Inglaterra y a los
monopolios comerciales, gracias a la corrupción del Parlamento que
denunciaron desde la corriente de la oposición, William III pudo tener
su ejército permanente.
Postado há 3 days ago por Orlando Tambosi
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