BLOG ORLANDO TAMBOSI
Em artigo publicado pelo Instituto Cato, Hernán Bonilla passa em revista o pensamento do filósofo espanhol Ortega y Gasset, que criticava o abuso da razão:
El
racionalismo de tipo cartesiano, definido sintéticamente como el abuso
de la razón, ha sido la justificación intelectual de varias ideas de
consecuencias nefastas, como que la tradición puede descartarse y es
posible construir una sociedad ideal desde principios abstractos. Un
intelectual que supo ver este peligro y explicarlo magistralmente fue
José Ortega y Gasset, especialmente en dos obras de comienzos de la
década del veinte del siglo pasado: España invertebrada y El tema de
nuestro tiempo.
El
racionalismo, explica Ortega es el razonamiento “more geométrico”, lo
que Descartes llamó “raison” y Kant “razón pura”. “No es el
entendimiento, sino una manera extrema de funcionar éste”. “Es el
entendimiento abandonado a sí mismo”. “Cuando define un concepto, le
dota de atributos perfectos. Sólo sabe pensar yéndose al último límite,
radicalmente”. “Así, en el orden de las cuestiones políticas y sociales,
cree haber descubierto una construcción civil, un derecho, perfectos,
definitivos, los únicos que tales nombres merecen”.
Ortega
argumenta que el pensamiento de Descartes, en última instancia,
consiste en “Declarar dudosa, y por tanto, desdeñable toda idea o
creencia que no hayan sido construidas por la ‘pura intelección’”. Por
tanto, siente “suspicacia y desdén por todo lo espontáneo”. “Al hombre
cartesiano ‘moderno’, le será antipático el pasado, porque en él no se
hicieron las cosas more geométrico. Así, las instituciones políticas
tradicionales le parecerán torpes e injustas”. “El racionalismo aplicado
a la política es revolucionarismo”.
La
pérdida del sentido de la realidad concreta en que se desenvuelve los
hombres y las sociedades es lo que vuelve peligroso al racionalismo, por
eso afirma Ortega que “Toda recta sentencia sobre cómo deben ser las
cosas presupone la devota observación de su realidad”. El sentido de
justicia que suelen cargar las concepciones racionalistas no puede ni
debe ser el principal objetivo de un orden social. “Evidentemente, antes
que ser justa una sociedad tiene que ser sana, es decir, tiene que ser
una sociedad. Por tanto, antes que la ética y el derecho, con sus
esquemas de lo que debe ser, tiene que hablar el buen sentido, con su
intuición de lo que es”.
Ortega
no está en contra de la razón, como no lo está nadie, sino en contra
del uso de la razón para fines que no son razonables. La realidad es más
compleja, y en muchos sentidos más rica y deseable que cualquier
esquema surgido de la afiebrada mente de un intelectual. Y cuando lo que
se intenta es hacer que la realidad encaje en una concepción idealizada
de sociedad se entra en el pernicioso juego de la ingeniería social con
su saldo ineluctable de destrucción.
La
diferencia entre el desarrollo espontáneo que surge de la interacción
libre de las personas, con su consecuente construcción de abajo hacia
arriba, en contraposición a un modelo preconcebido que se aplica desde
el poder, de arriba hacia abajo, está claramente presente en todo su
pensamiento. Ortega y Gasset fue uno de los grandes pensadores
hispanoamericanos del siglo XX y en muchos temas, como el que nos ocupa,
de una meridiana claridad que merece ser rescatada. Cuanto mal se
hubiera evitado si hubiéramos sido suficientemente sensatos como para
escucharlo más. Y cuanto bien se puede extraer hoy de las enseñanzas de
su obra.
Este artículo fue publicado originalmente en El País (Uruguay) el 13 de septiembre de 2022.
Postado há 1 hour ago por Orlando Tambosi
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