"Há
dois Ocidentes", afirma o presidente russo: um representa "os valores
tradicionais". É com este que a Rússia tem afinidade, por isso, procura
ganhar apoio. Daniel Iriarte para El Confidencial:
Olvídense de la OTAN y los nazis: contra quien realmente está luchando Rusia es contra el mismísimo Satanás.
Eso, al menos, es lo que se desprende de las últimas declaraciones
públicas de altos funcionarios rusos, incluyendo al expresidente Dimitri
Medvédev, quien este viernes declaró que Rusia tiene ahora "una misión
sagrada", que no es otra que "detener al comandante del infierno, sin
importar el nombre que usa: Satán, Lucifer o Iblis". El líder checheno
lleva meses diciendo que sus fuerzas combaten contra "homosexuales
satanistas" en Ucrania, y el patriarca ortodoxo Kiril también se ha
expresado en términos similares.
Y
lo cierto es que nada de ello es casual. En un momento en el que la
guerra en Ucrania no va bien, y en el que la anterior supremacía de
Rusia en el espacio informativo se ha visto pulverizada por una
combinación de medidas de concienciación y un mayor activismo
contra las narrativas rusas en redes, el Kremlin está jugando a fondo
una de sus cartas más exitosas: el apelar a las secciones
ultraconservadoras de las sociedades occidentales, en un intento de
ponerlas de su parte, si es que aún no lo están.
Esta
estrategia quedó de manifiesto a finales del mes pasado durante el
discurso de Vladímir Putin ante el Foro de Valdai: "Hay al menos dos
Occidentes", afirmó el presidente ruso, uno el de "los valores
tradicionales principalmente cristianos" con el que Rusia siente
afinidad. Pero también "hay otro Occidente agresivo, cosmopolita, neocolonial, que actúa como el arma de la elite neoliberal"
y está tratando de "imponer valores bastante extraños" a todos los
demás, aseguró. La intervención del líder ruso estuvo llena de
referencias a "desfiles gais" y a la existencia de "decenas de géneros"
en Occidente, e incluso incluyó menciones a la "cultura de la
cancelación". Prácticamente el mismo día, el Parlamento ruso aprobó dos
medidas legales prohibiendo la "propaganda de relaciones sexuales no
tradicionales" y expandiendo las leyes ya existentes contra los derechos
LGTB. La nueva legislación ilegaliza "la información que niegue los
valores familiares" y permite que cualquiera que exprese comentarios
positivos sobre colectivos homosexuales y transexuales pueda ser
sancionado o incluso procesado.
"Rusia
siempre ha proyectado una imagen ambivalente de sí misma. A día de hoy,
gobiernos iliberales como el ruso, es decir, neoliberales en lo
económico, ultraconservadores en lo social y con tintes autoritarios,
han acostumbrado a cerrar filas en torno a un discurso de unión entre la
derecha conservadora y la extrema derecha. Rusia, sin embargo, movida
fundamentalmente por cierto antiamericanismo, más difícil de encontrar
en otros gobiernos y formaciones iliberales, se ha mostrado afín con la
izquierda populista de varios países del mundo", explica Arsenio Cuenca,
investigador de movimientos de extrema derecha afincado en París.
"Ahora bien, por más que la condena a la guerra no haya sido tajante por
estos últimos, desde febrero del año pasado, la gravedad de la invasión
las ha alejado forzosamente. Por esta razón, Rusia parece estar
centrando sus esfuerzos en seducir a la extrema derecha de Occidente con
un discurso ampliamente conservador en el terreno de los valores", dice
a El Confidencial.
Esta
connivencia no es nueva ni mucho menos. Tanto el ideólogo fascista Jean
Thiriart como la Nueva Derecha francesa empezaron a manejar hace
décadas la idea de que Rusia es el último reducto de la raza blanca. Al
mismo tiempo, desde la llegada de Putin al poder, el Kremlin ha estado
lanzando mensajes y guiños constantes a la extrema derecha europea y, en
algunos casos, financiando a estos movimientos,
como parte de una estrategia que ya apuntaba el filósofo
ultranacionalista ruso Alexander Dugin —cuyo entorno, cuando no él
mismo, ha servido de enlace con muchos grupos y partidos
ultraderechistas europeos— en su libro Fundamentos de Geopolítica: "Es
especialmente importante introducir el desorden geopolítico en la
actividad interna estadounidense, promoviendo todo tipo de separatismos y
conflictos étnicos, sociales y raciales, apoyando activamente a todos
los movimientos disidentes: grupos extremistas, racistas y sectarios,
desestabilizando así los procesos políticos internos en EEUU", escribió
Dugin ya en 1997.
Pero
lo que hasta ahora era en gran medida jugar a varias bandas parece
definitivamente reconducido hacia el conservadurismo extremo y la noción
de que Rusia es el gran bastión de los valores tradicionales. El Kremlin,
además, ha jugado a proyectar una "imagen de espejo" en la que si, por
un lado, se promueven mensajes sobre la degradación de las sociedades
occidentales y el globalismo, por el otro se presenta a Rusia como todo
lo contrario: ideas como que si la inmigración está destruyendo Europa y
EEUU, en Rusia apenas hay delincuencia; si existe una islamización de
Europa, Putin no solo no tolera la sharía ni la construcción de
mezquitas sino que sus ejércitos son los únicos que llegan a donde haya
que llegar para destruir a los yihadistas; si los cristianos están
perseguidos en gran parte del mundo, Rusia es la única que los defiende,
en lugares como Siria o Armenia; si en Occidente mandan los progres, en
Rusia no los hay, o están en la cárcel; si los anglosajones son
enemigos de Europa, que no es sino una colonia de EEUU, los rusos son
amigos y aliados naturales de los europeos.
En
ese sentido, es significativo que la cadena RT en Español, cuya línea
editorial siempre ha estado orientada a una audiencia muy de izquierdas
—al contrario que las versiones en inglés, alemán y francés, de
contenido mucho más ambivalente— haya empezado a emitir programas de
contenido abiertamente ultraconservador, incluyendo referencias
a una supuesta "agenda globalista" que "dinamita los valores
tradicionales de la sociedad" y "no encaja con los deseos de la
mayoría", o que califican
los programas de transición hacia energías limpias en Europa de
"paranoia verde". Uno de estos programas, emitido el 27 de octubre bajo
el título Occidente: educar adoctrinando, afirma sin ambages
que "los Estados occidentales están moldeando la educación de los
niños, cuestionando conceptos como la familia, la sexualidad o el
género".
Otro
de los vectores de esta estrategia es la campaña de desinformación que
el ecosistema de medios rusos está dirigiendo específicamente hacia las
bases del Partido Republicano de EEUU, especialmente los sectores trumpistas,
para convencerlas de que Rusia es en realidad su aliada en la misma
cruzada y comparte sus mismos enemigos. Y muchos partidarios de Ucrania
temen que miembros destacados de esta corriente, algunos de los cuales
ya han cuestionado abiertamente el apoyo económico y militar que EEUU
presta a Kiev, obtengan puestos destacados en las elecciones de mitad de
mandato de la próxima semana, lo que alteraría la composición tanto del
Senado como de la Cámara de Representantes a favor de los republicanos.
Hoy por hoy, esta es una de las mejores bazas de Rusia para minar el
apoyo occidental a Ucrania a largo plazo.
"Desde
el comienzo de la guerra de Siria en 2011, se ha ido fraguando en el
Partido Republicano un sector antibeligerante y pseudopacifista, que
tomó gran fuerza con la candidatura de Trump y que hoy encarnan
congresistas como Marjorie Taylor Greene, afirmando recientemente que
cortaría la financiación estadounidense al bando ucraniano", comenta
Cuenca. "Si la estrategia de Putin para ingerir y enturbiar las aguas
del debate público occidental buscaba alterar la relación de fuerzas
frente a Europa y Estados Unidos, ahora este esfuerzo lo relaciona con
su propia supervivencia política", dice este experto.
Entre
los mensajes que está promoviendo esta campaña está que el presidente
Joe Biden tiene demencia senil, y también que es un sobón de niñas y un
pedófilo y ha provocado la guerra de Ucrania para hacer el negocio del
siglo. Aunque la preocupación por un posible deterioro cognitivo de
Biden parte de una base real
debido a su avanzada edad y no se limita a sus enemigos políticos, la
idea que se difunde es que es un peligro para la humanidad que este
señor tenga acceso al botón nuclear. Y observadores de la confluencia
entre el putinismo y el movimiento conservador señalan que muchas de las
narrativas repetidas constantemente en los medios rusos están calando
no solo entre sectores y medios de la ultraderecha española, sino
también del Partido Popular y opciones moderadas.
Cuenca
opina que las perspectivas de éxito de toda esta estrategia son
discutibles, puesto que la imagen de Rusia como el último baluarte de
los valores tradicionales occidentales no se corresponde con la
realidad. Por ejemplo, es un país con elevadas tasas de divorcio y
aborto. "Rusia es un país de contradicciones para la extrema derecha
occidental, por sus simpatías con otros actores de la izquierda
populista, por ser un país donde el islam tiene un reconocimiento
oficial o por su reivindicación del pasado soviético. Por más que haya
racismo en determinadas políticas del Kremlin y la apología que pueda
hacer de la URSS sea fundamentalmente nacionalista e identitaria, la
extrema derecha eurasianista en la que puede calar este discurso es más
bien minoritaria", comenta. "Al mismo tiempo, también está habiendo un
cambio de tendencia en ciertos sectores de la extrema derecha occidental
que no favorece a Rusia. La mayoría de fuerzas que están ganando peso
en este sector son pro-OTAN, como muestran los resultados positivos que
han obtenido recientemente los Demócratas Suecos o Hermanos de Italia. En España, tanto Vox como el ala dura del PP, cercana a estas formaciones, han condenado sin apenas ambages la invasión", apunta.
"Con
todo, los lazos que unen a la extrema derecha occidental con Rusia son
antiguos y no se van a romper fácilmente", admite este especialista.
"Dentro de la coalición que gobierna Italia, Putin cuenta con valiosos
aliados como Silvio Berlusconi. En Francia, ni figuras de peso del
partido Reconquête como Marion Maréchal, ni el mismo Rassemblement
National, han quemado todos los puentes con una Rusia a la que su
acercamiento solo se ha puesto en pausa desde el comienzo de la
invasión", explica. Y es precisamente a estos grupúsculos a quienes se
dirige ahora Putin cuando asegura que la invasión de Ucrania es un
producto inevitable de la decadencia de Occidente y la emergencia de un
mundo multipolar. Una idea que a la mayoría puede parecernos absurda,
pero que, en la cabeza de muchos, tiene sentido.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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