Em que sentido o mega-Estado de Bem-Estar francês foi mais eficaz em prevenir a polarização política? Artigo do professor Juan Ramón Rallo para El Confidencial:
Cuando se nos dice que el éxito de Le Pen
en Francia se debe a la creciente desigualdad generada por el
neoliberalismo y que, por tanto, la respuesta a la extrema derecha
lepenista debería consistir en un reforzamiento del estado de bienestar
que incremente la cohesión social, se suele pasar por alto un dato que
echa por tierra toda esta narrativa ideológicamente interesada: Francia ya tiene, con mucha diferencia, el Estado más grande del planeta.
El
gasto público en Francia alcanza el 59% del PIB, por encima incluso de
las tan mentadas socialdemocracias nórdicas como Suecia (50,5%),
Dinamarca (52,7%) o Finlandia (55,3%). El porcentaje de ingresos
públicos sobre el PIB también es el más alto del mundo: el 52,8% del
PIB, frente al 49,5% de Suecia, el 52,4% de Dinamarca o el 52,6% de
Finlandia. No solo eso, y por si acaso alguien pensase que ese
gigantesco peso del Estado se dilapida en partidas que no guardan
relación alguna con el sacrosanto estado de bienestar, Francia también
es el país con mayor gasto en protección social de toda la Unión
Europea: el 27,3% del PIB, frente al 19,8% de Suecia, el 22,4% de
Dinamarca o el 25,7% de Finlandia.
Por
consiguiente, cuando se nos dice que potenciar el estado de bienestar
es la respuesta adecuada frente a la polarización social, frente al
descontento ciudadano que tiende buscar refugio en la extrema izquierda,
o en la extrema derecha, no queda demasiado claro cómo semejante
argumentario encaja en la realidad francesa. Si tomamos los resultados
de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, comprobaremos que
entre la extrema izquierda y la extrema derecha (incluyendo en tales
categorías a Le Pen, Mélenchon, Zemmour, el Partido Comunista de
Francia, el Nuevo Partido Anticapitalista y la Unión Comunista)
cosecharon más del 55% de todos los votos, es decir, el apoyo de casi 20
millones de franceses. ¿Cómo ha evitado el gigantesco estado de
bienestar francés que se produzca una creciente concentración del voto
en este tipo de opciones no solo 'antisistema' (lo cual no tiene por qué
ser negativo) sino antiliberales? ¿En qué sentido ha resultado ese mega
estado de bienestar más eficaz a la hora de prevenir la polarización
política que el más modesto Estado suizo (cuyo gasto total es del 35% y
su gasto en protección social es del 16%)?
Más
bien parecería que los ingenieros sociales siguen aprovechando
cualquiera crisis a su alcance (las económicas, las sanitarias, las
militares y también las políticas) para justificar incrementos aún más
salvajes del tamaño del sector público, vengan estos a cuento o no lo
hagan en absoluto. ¿Hasta dónde deberíamos incrementar el tamaño y las
competencias del Estado francés para restablecer la cohesión social y
recuperar la ambicionada moderación política (que en realidad solo es el
predominio de las oligarquías políticas tradicionales dentro del 'statu
quo' hiperestatista francés)? ¿El 60%? ¿El 70%? ¿El 80%? Se reclama más
Estado a modo de huida hacia adelante, pero sin plantearse si la actual
sobredosis del Estado ha cumplido con sus objetivos o si resulta
mínimamente verosímil que un agrandamiento todavía más agresivo del
sector público vaya a lograrlos. No es ya que se fíe todo, ciega e
ingenuamente, a la omnipotencia estatal, es que el crecimiento del
Estado, valiéndose de cualquier excusa circunstancial, termina
convirtiéndose en un objetivo en sí mismo, de ahí que no sea necesario
cuestionar los méritos o deméritos relativos a los objetivos que
presuntamente se buscaban.
Hubiese
sido el que hubiese sido el resultado de la segunda vuelta de las
presidenciales francesas, lo único que cabía prever es exactamente lo
mismo que resultaba previsible en las elecciones de 2017: que el Estado
francés seguirá siendo gigantesco, que continuará creciendo, que no
solventará los problemas de polarización política de Francia
y que todos los intelectuales cortesanos volverán a repetirnos en las
elecciones de 2027 que la solución contra la polarización política en
Francia pasa por seguir cebando el gasto público y aumentando los
impuestos.
Cuando se nos dice que el éxito de Le Pen
en Francia se debe a la creciente desigualdad generada por el
neoliberalismo y que, por tanto, la respuesta a la extrema derecha
lepenista debería consistir en un reforzamiento del estado de bienestar
que incremente la cohesión social, se suele pasar por alto un dato que
echa por tierra toda esta narrativa ideológicamente interesada: Francia ya tiene, con mucha diferencia, el Estado más grande del planeta.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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