Artigo do historiador e editor Enrique Krauze, publicado por Letras Libres:
Publiqué
el “Decálogo del populismo” en este mismo espacio en octubre de 2005.
Compruebo, con dolor, su pertinencia actual. He marcado en cursivas el
texto original y en redondas el comentario respectivo. Es obvio que para
cada afirmación podrían aportarse innumerables ejemplos. Dejo esa
ingrata tarea a los futuros historiadores.
1)
El populismo exalta al líder carismático. No hay populismo sin la
figura del hombre providencial que resolverá, de una buena vez y para
siempre, los problemas del pueblo. En 1928, Calles anunció el fin de los
caudillos y el principio de las instituciones. Desde 2018, el gobierno
preside la vuelta del caudillo y el acoso a las instituciones. No se
concibe a sí mismo como un nuevo gobierno, ni siquiera como un nuevo
régimen, sino como una nueva era redentora.
2)
El populista no solo usa y abusa de la palabra: se apodera de ella. La
palabra es el vehículo específico de su carisma. El populista se siente
la agencia de noticias del pueblo. Habla con el público de manera
constante, atiza sus pasiones, “alumbra el camino”, y hace todo ello sin
limitaciones ni intermediarios. Ningún presidente mexicano, ni siquiera
Echeverría, predicó diariamente.
3)
El populismo fabrica la verdad. Como es natural, los populistas
abominan de la libertad de expresión. Confunden la crítica con la
enemistad militante, por eso buscan desprestigiarla, controlarla,
acallarla. El actual gobierno no solo decreta la verdad única:
naturaliza, entroniza y legitima la mentira. Se han contabilizado hasta
66,868 afirmaciones no verdaderas en “La Mañanera” (dato del 1 de
diciembre de 2021). En un país donde el periodismo se ha vuelto un
trabajo de altísimo riesgo, el poder ataca a los periodistas desde su
podio, por nombre y apellido. No sería raro que alguien interpretara ese
estigma como una orden para matar.
4)
El populista utiliza de modo discrecional los fondos públicos. No tiene
paciencia con las sutilezas de la economía y las finanzas. El populista
tiene un concepto mágico de la economía: para él, todo gasto es
inversión. La ignorancia o incomprensión de los gobiernos populistas en
materia económica se ha traducido en desastres descomunales de los que
los países tardan decenios en recobrarse. Economistas serios, mexicanos y
extranjeros, han mostrado que la actual gestión energética, para hablar
de un solo rubro, ha representado un quebranto gigantesco a la economía
nacional. Si se aprueba la contrarreforma propuesta, el daño será
inmenso, inmediato e irreparable.
5)
El populista reparte directamente la riqueza. Lo cual no es criticable
(sobre todo en países pobres…), pero el populista no reparte gratis:
focaliza su ayuda, la cobra en obediencia. El reparto en efectivo debe
permanecer, pero en el futuro debe ser universal y sin ataduras
políticas. Y su instrumentación no debe darse –como ha ocurrido– a costa
del presupuesto (y la existencia misma) de instituciones fundamentales
de salud, seguridad, prevención de desastres naturales, educación, etc.
6)
El populista alienta el odio de clases. El gobierno acosa por sistema a
la clase media: sus instituciones educativas, sus causas más nobles (el
feminismo, la ecología, la cultura), sus aspiraciones.
7)
El populista moviliza permanentemente a los grupos sociales. El
populismo apela, organiza, enardece a las masas. Aun con la covid-19, y
con alto riesgo para la salud pública, ha habido concentraciones
públicas. En los tiempos actuales las pasiones se atizan en plazas
virtuales: las redes sociales.
8)
El populismo fustiga por sistema al “enemigo exterior”. Inmune a la
crítica y alérgico a la autocrítica, necesitado de señalar chivos
expiatorios para los fracasos, el régimen populista requiere desviar la
atención interna hacia el adversario de fuera. Ha habido numerosos
ataques a España, desplantes contra Biden (nunca contra Trump),
descalificaciones a la OEA y pleitos absurdos con Panamá.
9)
El populismo desprecia el orden legal. Ha habido el intento de
subordinar al Poder Judicial. Su independencia sigue en riesgo.
10)
El populismo mina, domina y, en último término, domestica o cancela las
instituciones de la democracia liberal. El Ejecutivo busca diaria y
activamente minar, desprestigiar y doblegar al Instituto Nacional
Electoral. No solo su autonomía, su existencia corre peligro.
Queda
un largo trecho por recorrer en este sexenio. Pero a estas alturas ya
podemos afirmar, con desolada certeza: decálogo cumplido.
Enrique Krauze é historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clío.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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