Em artigo publicado pelo Instituto Cato, Carlos Alberto Montaner afirma que o fracasso se deveu ao excessivo protagonismo do Estado, que levou os indivíduos a perderem o impulso criativo:
Ante
los sucesos del 11 de julio, si yo fuera un comunista cubano,
inevitablemente me haría la siguiente pregunta: ¿por qué el comunismo y
el fascismo, su primo hermano, no funcionan y destruyen minuciosamente a
las sociedades que les han impuesto ese modelo de gobierno?
Al
margen de los intereses personales, o la bárbara razón testicular, una
respuesta evidente es “porque hacen al Estado el objeto de todos los
desvelos y se olvidan de los individuos y de sus sueños”. Porque
comunistas y fascistas dedican toda su energía a cancelar el impulso
creativo de las personas, sustituyéndolo por los aburridos planes
quinquenales, concebidos por burócratas sin alma que jamás toman en
cuenta las necesidades reales de las gentes.
Ernesto
(Che) Guevara no mentía en 1961 cuando vaticinó en Punta del Este que
en una década Cuba alcanzaría y superaría a EE.UU. en productividad. Lo
decía por ignorancia. Por una limitación natural de sus lecturas. Sólo
leía libros prosoviéticos o antiyanquis. O cuando Fidel Castro, el
campeón de las iniciativas delirantes, anunció un quesoducto que
abastecería al planeta de un camembert mejor y más barato que el
francés. Tampoco era un embustero ni un loco. Eso sí: desvariaba,
producto de la ignorancia supina que padecía.
Vilfredo
Pareto, sin proponérselo, dio con el origen de la desigualdad. No era
una ley y ni siquiera un “principio”. Era una observación inteligente y
aproximada. En los días que corren no es políticamente correcto afirmar
el “principio” de Vilfredo Pareto, conocido como 20-80. Hoy, debido a la
supersticiosa búsqueda de la igualdad por encima de todo, no se hubiera
podido formular ese apotegma. (Pareto fue un ingeniero, matemático y
filósofo italiano. Enseñó Economía en Lausana, Suiza, a fines del siglo
XIX y se adentró en el XX. Heredó, por cierto, la cátedra de Léon
Walras).
Decir
que el 80% de las consecuencias era producido por el 20% de las causas
es hoy socialmente muy peligroso. Por ese hilo se llegaba al ovillo de
que el 20% del capital de las familias italianas acaparaba riquezas
semejante al 80%. O de que el 20% de los productos generaban el 80% de
las ventas en casi cualquier empresa. O de que los mejores vendedores
“cerraban” el 80% de las ventas. O, más grave aún: que el 20% de las
personas contaba con un espíritu emprendedor que no estaba presente en
el 80% restante.
Quince
de las personas más ricas del mundo, de acuerdo con la revista Forbes,
responden a ese carácter emprendedor. Entre ellos poseen el capital
capaz de eliminar la deuda externa de México o Argentina. El primero es
Jeff Bezos, el creador de Amazon. Tiene, 177 billions (millardos en
español). Elon Musk le sigue de cerca. Probablemente pronto lo
sobrepase. Posee 151 billions. Comenzó por PayPal, luego creó Tesla y
SpaceX entre otras empresas. El tercero en la lista es el francés
Bernard Arnault. Se dedica a vender artículos de lujo. Forbes le calcula
150 billions. El cuarto (fue el primero durante algunos años) se llama
Bill Gates y poseyó la mayor parte de las acciones de Microsoft. “Vale”
124 billions. Hoy está consagrado a la filantropía. El quinto es Mark
Zuckerberg su fortuna depende del valor de Facebook, pero el precio de
sus acciones alcanza los 94 billions.
Naturalmente
esos “billonarios” no constituyen el 20% de los emprendedores de sus
respectivos países. ¿Quiénes son esos “emprendedores”? Son las personas
que no encajan en los sueños de otros, los que pretenden abrirse paso
con sus propias fuerzas. Son los propietarios de los setenta mil
comercios que existían en Cuba antes de 1959, unos pequeños y otros
mayores. Son los sesenta mil microempresarios que había en la Isla,
antes de que, en la “ofensiva revolucionaria” de 1968, fueran
confiscados por un gobierno decidido a arreglar paraguas o “coger”
ponches. Son las aproximadamente quinientas mil personas que intentan
ser “cuentapropistas” en Cuba, en un sistema que impide que crezcan y
que acumulen capital o que se desplacen hacia otras inversiones. Los
burócratas del Partido no entienden que el régimen de libre empresa
utiliza intuitivamente el método de tanteo y error, y enseña mediante
las equivocaciones. Jeff Bezos, el dueño de Amazon, comenzó con una
librería virtual, pero enseguida confirmó que vendiendo libros a los
estadounidenses no llegaría demasiado lejos, y fue agregando renglones
hasta convertirse en la mayor tienda on-line de Occidente.
No
sigo por no hacer esta crónica muy aburrida. Entre los quince, hay una
mujer, la heredera de Oreal, dos chinos, un hindú, y un español, Amancio
Ortega (el onceno), quien creara las tiendas Zara, que partió de cero
(sin un “duro”, como suelen decir los españoles), junto a su mujer,
cosiendo batas de casa en su pueblo. La mayor parte de esos quince
triunfadores se dedica a la tecnología y la computación, pero no hay
duda de que hicieron sus fortunas en el mercado, haciendo crecer el
pastel y no devorando el capital de otras empresas.
Hago
esta salvedad porque el mayor de los errores, procede de la mentalidad
mercantilista, y consiste en responsabilizar a estas personas con la
quiebra de ciertos empresarios desdichados, algo que pudo suceder en
algún caso, pero como parte del ciclo de “creación destructiva” que
explicara magistralmente Joseph Schumpeter. La mayoría de las fortunas
se ha amasado con la sangre, el sudor y las lágrimas de los “capitanes
de industrias”, como decía el polígrafo escocés Thomas Carlayle en el
siglo XIX para explicar su “Teoría del gran hombre”.
Basta
con contrastar las dos Corea, recordar lo que fueron las dos Alemania y
saber que Rumanía, lejos de sufrir un embargo norteamericano, tenía
trato de “nación más favorecida” por EE.UU., lo que no impedía que fuese
un sitio espantoso para vivir. Recuerdo a una diplomática rumana, que
estuvo en La Habana casada con un diplomático gringo de la entonces
“Oficina de Intereses”, me dijo, para mi sorpresa: “es mucho peor que
Rumanía”. Tenía razón. El 11 de julio se pudo ver.
Este artículo fue publicado originalmente en El Blog de Carlos Alberto Montaner (EE.UU.) el 20 de agosto de 2021.
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