O ditador Raúl Castro e seu neto, "O Caranguejo". |
Artigo de Carlos Alberto Montaner
sobre a família imperial cubana (Castro, filho e neto), que destruiu
Cuba e está aterrorizada com a perspectiva de perda do poder:
Circula por Internet una divertida parodia de Despacito (https://www.youtube.com/watch?v=ueQoNF3pC1w),
la exitosa canción de Luis Fonsi, ridículamente bailada por Raúl
Castro, su hijo Alejandro, coronel formado en Moscú en las escuelas de
inteligencia del KGB, y el nieto y guardaespaldas del
general-presidente, Raúl Guillermo, apodado “el Cangrejo”.
Es la familia
imperial cubana. Los tres, como toda la población, perciben que el país
se hunde en la miseria, pero están paralizados por el terror a perder el
poder. A estas alturas, Raúl no tiene la menor duda de que el
Capitalismo Militar de Estado no funciona, y sabe que sus reformas, los
“lineamientos”, han fracasado, pero insiste en marchar hacia el abismo
“sin prisa, pero sin pausa”.
El CME es el modelo
económico puesto en marcha por Fidel desde los años noventa,
orgullosamente diferente al chino y al vietnamita. ¿Por qué no funciona?
Esencialmente, por
dos razones vinculadas a la naturaleza humana: primero, porque no está
basado en incentivos sino en el temor a los castigos. Si algo aprendimos
con toda certeza del conductismo es que los refuerzos positivos tienden
a reproducirse mientras los negativos producen el efecto contrario. En
segundo lugar, el CME prohíbe y reprime el ímpetu de los emprendedores,
que es el principal motor del desarrollo y progreso de cualquier
sociedad.
Grosso modo, el CME
se basa en la idea de que las principales fuentes de riqueza de Cuba
están en las dos mil quinientas empresas medianas y grandes del país,
todas resguardadas en el ámbito estatal, preferentemente dirigidas por
militares, mientras las actividades menores de servicio (restaurantes,
pequeñas pensiones, payasos de fiestas particulares y un sinfín de
minucias) le darían trabajo al grueso de una población cuidadosamente
vigilada para que no acumule capital y así privarla de su potencial
poderío político.
Objetivamente,
estamos frente a un modelo de organización económica centralizado y
planificado, sustentado en el mecanismo escolástico clásico: todas las
verdades ya han sido descubiertas por los padres de la patria, y lo
único que le queda a la sociedad es verificar constantemente la
sabiduría de los próceres.
De esa estupidez se
deriva otra: ya han sido formulados los 500 proyectos que aguardan en
Cuba a los capitalistas extranjeros que quieran invertir y beneficiarse
de la mano de obra dócil y barata que abunda en el país. Los economistas
del régimen los han detallado minuciosamente. La planificación
centralizada es eso: todo ha sido pensado y elaborado. No hay espacio
para la improvisación y la creatividad. Tampoco para el mercado ni la
competencia, esos inventos diabólicos del neoliberalismo.
No sé si Raúl Castro y
sus consejeros han examinado el perfil de las naciones modernas
exitosas, pero todas están sujetas al crecimiento mediante lo que Hayek
llamaba el “orden espontáneo”. La economía crece en ellas libremente,
sujeta al mecanismo de tanteo y error, guiada por el impulso de los
emprendedores con sus esfuerzos espasmódicos, en las que unas veces
“ganan” y otras “pierden”, porque si algo es seguro en un régimen de
libertad económica, es que no existe la menor seguridad. Los
consumidores son los que deciden y estos son impredecibles.
¿Y quiénes son esos
emprendedores que asumen todos los riesgos? No se sabe con certeza. El
economista Wilfredo Pareto, en otro contexto, lanzó la hipótesis del
80-20, y es probable que la proporción sea, más o menos, la que se
presenta en todas las sociedades. El 20% persigue sueños, trabaja
incansablemente, se esfuerza con denuedo, inventa, innova, fracasa y se
vuelve a levantar, y tira hacia delante del 80% restante.
Es cierto que una
reducida parte de ese 20% alcanza un éxito económico tremendo, pero
perseguirlos en nombre de la igualdad, más que un crimen es una absurda
injusticia. Si Jeff Bezos hoy es el hombre más rico del planeta porque
ha revolucionado la venta directa por medio de Amazon, o si Amancio
Ortega es el más poderoso de España debido a las tiendas Zara, es algo
admirable que sólo condenan unos descerebrados de esa izquierda
reaccionaria y mercantilista que continúa sin entender cómo se crea,
esparce o destruye la riqueza.
A Raúl Castro y a su
familia no les debía ser tan difícil entender este fenómeno. A
principios del siglo XX regresó a Cuba un gallego muy pobre y
semianalfabeto que pocos años antes había ido a pelear a la Isla por
cuenta de su derrotada España. Lo repatriaron, pero volvió. Tenía el
fuego del emprendedor y advirtió que Cuba era una tierra de
oportunidades.
Cuando murió, medio
siglo más tarde, dejó una fortuna de unos siete millones de dólares (hoy
serían 100), varias docenas de trabajadores, una finca azucarera grande
en la que funcionaban un cine, una estafeta de correo y una escuela. Se
llamaba Ángel Castro, era el padre de Fidel, Raúl y otra decena de
hijos. Murió antes de que sus descendientes inventaran el nefasto CME.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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