Vítimas do
comunismo soviético, os poloneses entenderam bem e aplaudiram o discurso
de Trump. Diferente da recepção na Alemanha, governada por Merkel - que
nasceu e viveu na comunista Alemanha Oriental -, a nova rainha do
politicamente correto. Se há algo que os alemães - criadores do nazismo -
não podem ensinar aos norte-americanos são lições de democracia. A
propósito, segue texto de Helle Dale, publicado em Libertad.org:
La forma
cómo recibieron al presidente Donald Trump en dos naciones europeas,
Polonia y Alemania, con ocasión de su segundo viaje al exterior, no
podía haber sido más distinta.
En Polonia, la multitud recibió con vítores al presidente Trump en la Plaza Krasinski.
Aquí fue donde el papa Juan Pablo II pronunció su trascendental
discurso en 1979, cuando la Guerra Fría entraba a su fase final.
El discurso de Trump
fue brillantemente escrito, rico en contexto histórico y firme en su
compromiso con la libertad y la prosperidad para toda Europa. Como es
lógico, estuvo hecho a la medida para Polonia, país con el cual Estados
Unidos tiene fuertes y profundos vínculos.
Como
bastión contra los avances de la propaganda e influencia rusas, que el
Kremlin usa contra los medios de comunicación y sistemas políticos de
Europa, la presencia de Trump en Polonia y su expreso cometido fueron
diplomacia pública del más alto nivel.
Lo que
Trump dijo es algo que todo polaco puede entender. Trump habló de las
amenazas, tanto del islam como de Rusia, y de la voluntad de sobrevivir
de nuestra civilización común.
Este
continente ya no se enfrenta al espectro del comunismo. Pero hoy estamos
en Occidente y es necesario decir que existen amenazas urgentes para
nuestra seguridad y nuestra forma de vida.
Ya saben lo que está ocurriendo. Existen amenazas. Y les haremos frente. Y ganaremos. Pero las amenazas son reales.
(…)
Instamos a Rusia para que detenga sus actividades desestabilizadoras en Ucrania y en cualquier otro lugar, así como su apoyo a los regímenes hostiles, incluyendo a Siria e Irán, y que en vez de eso, se una a la comunidad de naciones responsables en nuestra lucha contra nuestros enemigos comunes y en defensa de la propia civilización.
(…)
Nuestra propia lucha por Occidente no empieza en el campo de batalla. Empieza en nuestras mentes, nuestras voluntades y nuestras almas. Actualmente, los lazos que unen nuestra civilización son tan vitales y exigen la misma defensa que ese trozo de terreno del que dependía la esperanza de Polonia en aquel entonces.
Nuestra libertad, nuestra civilización y nuestra supervivencia dependen de estos vínculos de historia, de cultura y de memoria.
El discurso de Trump nos hizo recordar a Ronald Reagan ante el Muro de Berlín hace treinta años cuando exhortó al líder soviético Gorbachov a que “derribe este muro” .
La
persona que escribió el discurso de Trump se merece todo el crédito.
Pero, como en el caso de Reagan, Trump merece que se le reconozca el
valor de haberlo pronunciado como una exhortación abierta y firme contra
las fuerzas que buscan atacar y minar la civilización, su sistema
político y ético y la seguridad de las naciones de Occidente.
Hay que decir que el discurso constituye un regreso a una era previa a la de Obama y, como tal, fue enormemente revitalizante.
Mientras
tanto, en la vecina Alemania, la anfitriona de la cumbre del G-20 en la
ciudad de Hamburgo el pasado viernes, grupos de manifestantes se
preparaban para recibir a Trump con carteles que rezaban ‘Bienvenido al Infierno‘.
Aunque
el significado de la cartelería no queda muy claro, se podría estar
refiriendo a que los manifestantes aspiraban a que la canciller alemana
Angela Merkel le hiciera la vida un “infierno” a a Trump por haber
retirado a Estados Unidos del poco equitativo Acuerdo Climático de
París, que hasta el expresidente Barack Obama sabía que no iba a recibir
el respaldo del Congreso y que por eso nunca lo envió a que se
sometiera a votación.
Lo más
interesante fue que tuvieron que abandonar el intento de avergonzar al
presidente Trump organizando un voto de respaldo al Acuerdo de París,
con el fin de ilustrar el aislamiento estadounidense, ya que hay otras
naciones que ven el acuerdo con grandes reticencias y no quisieron tomar
parte en la farsa.
Mientras Trump estaba en Polonia ratificando el cometido americano con Europa y los históricos vínculos que nos unen, Merkel ya les había dicho a los alemanes que Alemania ‘ya no podía confiar en Estados Unidos’.
La
historia de las dos Europas no puede ser más evidente y es bastante
obvio dónde están los mejores aliados de Estados Unidos de América.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
Nenhum comentário:
Postar um comentário