A cobertura jornalística
dos ataques que acontecem na Europa fala em "lobos solitários", "grupos
operativos", mas não se atreve a dizer o fundamental: trata-se de
terrorismo islâmico. Em artigo publicado por Libertad.org, o argentino Leandro Fleischer lembra que Israel - onde viveu quase sete anos - já passou por essas terríveis experiências:
Miro la cobertura de
los ataques terroristas en Londres, de nuevo en Inglaterra, de nuevo en
Europa. Que si lobos solitarios, que si grupos operativos, los medios
hacen la cobertura a su manera, pero casi ninguno se atreve a decir lo
que es: terrorismo islámico.
Residí en Israel casi
siete años. Recuerdo todas las medidas de seguridad de allí: cada vez
que se ingresa en un shopping, en una estación central o en cualquier
lugar muy concurrido, uno debe pasar por un chequeo que incluye un
detector de metales; si uno se olvida un bolso en cualquier lado, la
Policía acordona el lugar y envía un robot para desactivar la posible
bomba; no sé si seguirán existiendo, pero cuando yo visitaba Jerusalén
había guardias de seguridad que controlaban a aquellos que se subían a
algunos autobuses; etc. Y no, no me refiero a ninguna zona de especial
peligrosidad como una frontera hostil o un asentamiento en la Margen
Occidental, sino a lugares céntricos del país.
Recuerdo también
aquella vez que estaba cenando en mi apartamento de Tel Aviv y las
fuerzas de seguridad buscaban a una terrorista que andaba suelta por la
ciudad. Por supuesto que nos pedían que no saliéramos de nuestros
hogares, y jamás podré olvidarme de un helicóptero que volaba tan bajo
que su luz ingresaba a través de la ventana iluminando el comedor. Esa
mujer fue encontrada en las inmediaciones de un restaurante de la playa
donde yo trabajaba por entonces.
Uno se acostumbra a
vivir así. De hecho, cuando volvía de visita a mi Buenos Aires natal,
antes de ingresar a un centro comercial me paraba unos pocos segundos de
forma automática en la entrada, y solo continuaba mi marcha cuando me
daba cuenta de que ya no estaba en Israel y nadie iba a revisarme.
Los atentados en
Israel eran y son justificados, a veces con vehemencia y a veces con
disimulo. La comprensión de los asesinatos de israelíes a manos de
terroristas palestinos suele ser cosa de personas –muchas de las cuales
también están en Europa– que a su vez ven –tal vez veían– los ataques en
sus países como “incidentes aislados”. No obstante, cada vez son más
frecuentes, no solo los atentados sino los episodios de intolerancia
hacia los infieles en pequeños y reiterados actos violentos que no
suelen llegar a los medios mainstream.
El miedo en Europa se
propaga cada vez más. Pero lo importante para los políticos de allí es
seguir debatiendo algún presunto problema con el clima que, en el mejor
de los casos, es discutible.
Es tragicómico pensar
que aquellos que creían que los israelíes se merecían lo que les
sucedía estén ahora pasando por lo mismo (o peor aún) y tengan que
aplicar las mismas medidas de seguridad que el Estado judío. Israel es
un país que está en una región donde los islamistas se encuentran por
doquier, no puede hacer otra cosa más que defenderse; y, como puede
observarse, tiene éxito. La corrección política, el buenismo,
la cobardía y el oportunismo de algunos políticos del Viejo Continente
abrieron las puertas al islamismo, que ya está dentro y expandiéndose
cada vez más y a mayor velocidad. Los avisos fueron dados en su momento,
pero no fueron escuchados. Se llegó a tildar de “fascista”, “racista” e
“intolerante” a quien se oponía al multiculturalismo y advertía sobre
lo que iba a suceder.
Todavía hoy, a pesar
de que el agua de la olla está comenzando a hervir, algunos siguen
repitiendo esos descalificativos con elaboradas argumentaciones en favor
del buenismo. Saltar de la olla puede significar reconocer que
estuvieron equivocados muchos años y que también son responsables de la
desesperante situación actual. Eso sí, cada vez son menos los que optan
por cocerse como ranas, y las masas silenciosas se están haciendo
escuchar en las urnas dando cada vez más fuerza a candidatos a los que
seguramente jamás hubieran votado de otra forma.
Europa tiene dos
opciones: continuar por el camino que conduce al suicidio lento y
doloroso o tomar medidas mucho más contundentes que las que criticaban a
Israel. Hoy ya es tarde para seguir apuntando dedos para fuera, y
demasiado peligroso para continuar inventando enemigos externos: el
verdadero enemigo los está devorando desde adentro.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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