Walter Williams,
professor e economista norte-americano, critica a tentativa da esquerda
de reescrever a história norte-americana. Mutatis mutandi, é o mesmo que
faz - nesse caso, com sucesso - a esquerda brasileira, cuja hegemonia
sobre o pensamento político-social conduziu ao torpor ideológico que
hoje medra na sociedade, a começar pelas escolas e universidades:
George Orwell supo decir:
El modo más efectivo de destruir a un pueblo es negar y demoler la comprensión de su propia historia.
En la ex Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la censura, la reconfiguración
de la historia y la eliminación de personas indeseables fueron aspectos
clave del esfuerzo tendiente a garantizar que el sesgo político e
ideológico adecuado fuera insertado en la historia.
La desviación ante la
propaganda oficial era reprimida con la prisión o el confinamiento a
campos de trabajo forzado y exterminio.
Hoy día, existen
esfuerzos tendientes a reescribir la historia en Estados Unidos, amén de
que las reprimendas no sean tan draconianas como en la ex URSS.
El alcalde de la
ciudad de Nueva Orleans, Mitch Landrieu, ordenó la remoción del
monumento al General Robert Lee el pasado mes. El ex alcalde de Memphis,
A.C. Wharton, exigió que la estatua del Teniente General confederado
Bedford Forrest, así como también las tumbas de Forrest y su esposa,
fuesen removidas del parque de la ciudad.
En Richmond,
Virginia, han habido pedidos para la remoción de las estatuas en Avenida
Monument del presidente de la Confederación Jefferson Davis y de los
Generales Robert E. Lee, Stonewall Jackson, y J.E.B. Stuart.
No son solo las
estatuas Confederadas las destinatarias de los ataques. Solo por tener
el nombre de algún Confederado, como ser la Escuela Secundaria J.E.B.
Stuart en Falls Church, Virginia, ello parece motorizar pedidos por un
cambio de nombre.
Los reconfiguradores
de la historia han logrado un éxito casi completo a la hora de remover
la bandera Confederada de sitios cercanos al capitolio nacional y de
otros sitios públicos.
La esclavitud es un
hecho innegable de nuestra historia. La costosa guerra que fuera peleada
para ponerle fin, también es parte de la historia de Estados Unidos.
Nada desaparecerá, aunque se promocione una limpieza cultural.
La remoción de
estatuas de Confederados y el poner nuevos nombres a edificios públicos
son solo una pequeña parte de la verdadera agenda de la izquierda en
Estados Unidos.
Thomas Jefferson tuvo
esclavos bajo su control, pero cuenta con un monumento en su nombre -el
Jefferson Memorial en Washington, D.C. George Washington también tenía
esclavos, y también hay un monumento a su nombre – el Monumento a
Washington, en Washington, D.C.
¿Acaso las personas
que exigieron la remoción de estatuas en Nueva Orleans y Richmond
buscará también remover los monumentos de Washington, D.C. que hacen
honor a tenedores de esclavos como Jefferson y Washington?
¿Acaso las personas
que exigen un cambio en el nombre de la Escuela Secundaria J.E.B. Stuart
exigirán también que el nombre de la capital del país se modifique?
Estos referentes de
la izquierda podrían, asimismo, exigir que el nombre del sitio donde
trabajo -la Universidad George Mason- se cambie. Aún cuando Mason haya
sido el autor de la Declaración de Derechos de Virginia, que se
convirtiera en parte de la Declaración de Derechos de la Constitución -y
tuvo esclavos bajo su tutela.
No muy lejos de mi
universidad, queda la Universidad James Madison. ¿Pedirán también que
aquella cambie de nombre? Sin importarles que Madison sea conocido como
el Padre de la Constitución – y también era dueño de esclavos.
La reconfiguración de
la historia estadounidense será desafiante. Solo imagine Ud. la faena
que implicaría purificar la moneda de los Estados Unidos.
La efigie del dueño
de esclavos George Washington está presente en el billete de un dólar.
Jefferson, otro dueño de mano de obra esclava, está en el billete de dos
dólares. El poseedor de esclavos General Ulysses S. Grant está en
nuestro billete de cincuenta dólares. El rostro de Benjamín Franklin
está en el billete de cien dólares.
Los desafíos de
reescribir la historia estadounidense sería interminables, yendo más
allá de otros desafíos relativamente triviales, como ser hallar nuevos
rostros para nuestra moneda. Al menos, la mitad de los 56 firmantes de
la Declaración de la Independencia tenían esclavos a su cargo.
Considérese también
que prácticamente la mitad de los 55 delegados de la Convención
Constitucional de 1787 en Filadelfia tenían esclavos bajo su tutela.
¿Acaso estos hechos invalidan la Constitución de Estados Unidos?
¿Buscarán los reconfiguradores de la historia americana convenir una
nueva convención, a los efectos de purgar y purificar nuestra carta
magna?
El trabajo de los tiranos nunca llega a su fin. Cuando ellos logran un objetivo, modifican su agenda, para perseguir uno nuevo.
Si los americanos
ceden un centímetro ante ellos, éstos avanzarán un metro. Lo cual me
lleva a reafirmar: jamás hemos de otorgarles siquiera un centímetro, ya
desde el inicio.
Los promotores del
odio en Estados Unidos recurren a toda herramienta posible a criterio de
consolidar su agenda de descrédito frente a nuestra historia. La
porción de la historia americana que versa sobre la esclavitud es,
sencillamente, una herramienta conveniente para que esos promotores de
odio motoricen su causa. (Libertad.org).
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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