Guarda Nacional Bolivariana: a serviço de uma ideologia totalitária. |
Professor de Ciência
Política na Universidade Simón Bolívar, Aníbal Romero, escreve sobre a
grande responsabilidade militar na manutenção da tirania chavista. Está
certo ao dizer que o Exército venezuelano passou de "forjador de
liberdades", como antes se jactava de ser, a "forjador de tiranias":
Hablar de la crisis
venezolana me parece insuficiente, pues lo ocurrido en Venezuela bajo la
llamada revolución bolivariana es una tragedia. Se trata de un conjunto
de eventos que no pocas veces resulta difícil entender e interpretar,
como pasa cuando leemos las obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides,
grandes autores de la tragedia griega. El devenir venezolano de estos
tiempos se muestra a una primera mirada rodeado de sombras y misterios,
de fuerzas incomprensibles, de culpas heredadas e incurridas que en
apariencia no cabe distribuir con precisión. Sin embargo, no lo perdamos
de vista: cuando hablamos de Venezuela lidiamos con duras y patentes
realidades que podemos y debemos entender con lucidez moral y política.
Luego de superar el
impacto que generan las muertes inocentes, las protestas masivas, la
implacable represión, la violencia desatada y el sonido y la furia que
nos asolan, captamos que sí es viable comprender lo ocurrido y que
existen responsabilidades insoslayables, así como agentes sociales y
políticos que las acarrean sobre sus hombros y de los sectores a que
pertenecen.
En tal sentido,
sostendré a continuación que los militares son responsables
principalísimos de la tragedia que ha hundido al país. La
responsabilidad castrense en la tragedia venezolana es general e
institucional, pero como siempre existen excepciones individuales. No
obstante, insisto, la responsabilidad de buena parte de los integrantes
de nuestro estamento militar es clara e inequívoca, tanto en lo que se
refiere a los orígenes y el desarrollo así como al desenlace de la
conmoción histórica que sacude a Venezuela. No afirmo en modo alguno que
los militares son los únicos responsables de la catástrofe venezolana.
Afirmo, como ya dije, que son responsables principalísimos de un fracaso
histórico de enormes proporciones, que ahora termina saldándose en
asesinatos, torturas, delirio político y desquiciamiento moral por parte
de un régimen apuntalado por la institución armada nacional.
¿Cuáles son los
contenidos esenciales de la tragedia y de la responsabilidad militar en
la misma? En primer lugar y aunque a los analistas e historiadores del
porvenir ello luzca casi increíble, los militares y civiles que
dirigieron y dirigen la revolución bolivariana, comenzando por Hugo
Chávez, han subordinado de manera bochornosa la soberanía de Venezuela a
los intereses y directrices de la Cuba castrista.
En segundo lugar, el
régimen chavista, de manera deliberada y programada, ha convertido a las
Fuerzas Armadas en agentes activos de un partido y de un proyecto
despótico, parcializándolas y adoctrinándolas en función de una sola
sección de la sociedad y una ideología que cada día se reducen en tamaño
y peso específico, dejando a los militares aislados y repudiados por la
mayoría del país.
En tercer término, el
chavismo produjo un cambio radical en la ubicación estratégica de
Venezuela, afectando nuestra seguridad nacional al aliarnos con países y
organizaciones que nos apartan del Occidente libre y democrático,
rompiendo con gigantesca miopía lazos históricos que eran producto de la
geografía y la afinidad cultural y política y no de la improvisación.
En cuarto lugar, no
contentos con todo lo anterior, el chavismo se dedicó a crear una fuerza
paramilitar paralela, integrada por milicias y “colectivos” dotados y
estimulados por un régimen que, a pesar de contar con palpable poder, en
el fondo siempre ha desconfiado de su estabilidad y permanencia.
Entretanto, los militares han aceptado que las armas de la República
dejen de ser suyas en exclusiva y pasen a ser compartidas con grupos
ajenos a lo constitucionalmente estipulado, grupos destinados a acosar,
intimidar y hasta aniquilar a los que disientan.
En quinto lugar, el
régimen chavista ha corrompido a los militares, en tres sentidos. a) Les
ha hecho partícipes del manejo de una economía colocada al servicio del
poder político, sus alianzas y vínculos subterráneos, incluido el
narcotráfico, dando así al sector castrense una parte del pastel de un
sistema por naturaleza viciado. b) Al designar a centenares de oficiales
militares en el manejo de gobernaciones, empresas y procesos
administrativos y productivos para los cuales no han sido formados, pero
que facilitan la corrupción, el régimen ha destrozado la imagen del
militar-gerente, pulverizando el poco o mucho prestigio que en alguna
oportunidad exhibió el sector castrense en esos ámbitos. c) Finalmente y
de la forma más triste y deleznable, los militares venezolanos están
concluyendo esta brutal etapa histórica atrapados en una guerra contra
el pueblo, una guerra corrupta que ataca en especial a la juventud
venezolana, manchándose las manos de sangre y actuando como herramientas
de un gobierno que ha optado por descender al abismo de una sistemática
e inacabable represión.
Los cabecillas y
autores de los golpes de Estado que en 1992 iniciaron este período de
nuestra historia fueron militares, y a partir de 1998, con vaivenes y
bajo circunstancias cambiantes, el sector castrense venezolano ha jugado
un rol crucial en el afianzamiento del régimen. Al enfatizar el punto
no busco menoscabar los actos de resistencia que desde dentro del sector
militar ocurrieron en el camino, ni subestimar la digna lucha que
algunos oficiales han llevado a cabo estos pasados años. Lo reconozco y a
la vez reitero que la institución armada es actor clave de un drama que
ha forzado a centenares de miles de venezolanos a emigrar del país, que
ha derrumbado los pilares del aparato productivo, que ha debilitado la
vital industria petrolera y que ha transformado gran parte de la
población en hambrientos mendigos y serviles recolectores de las dádivas
del régimen. Son igualmente los militares quienes conducen la represión
que mata, hiere y encarcela a diario a ciudadanos indefensos. En este
orden de ideas, no es aceptable la excusa que procura señalar de manera
exclusiva a la Guardia Nacional y a la Policía Nacional por los desmanes
en nuestras calles. Las acciones de algunos tienen lugar en el contexto
de las omisiones de otros.
Si bien se trata de
una institución que no ha sido preparada, ni en Venezuela ni en parte
alguna, para la autocrítica, los militares venezolanos tendrán que
aprender a ejercerla, pues cuando se produzca un cambio de ruta en el
país los militares, los que logren deslastrarse del caos revolucionario,
deberán llevar a cabo un exigente proceso de reflexión y cambios
internos. La sociedad civil y un gobierno civil legítimo estarán
éticamente obligados a acompañar, guiar y supervisar ese rumbo de
reformas de las Fuerzas Armadas, que las centre en su verdadera misión
institucional. Los militares no deben seguir controlando los destinos de
Venezuela. No son ellos los llamados a ello. La misión militar no es
suplantar la soberanía popular sino respaldarla.
Debo por último dejar
claro lo siguiente: nada pido como ciudadano venezolano a nuestros
militares en esta hora crítica, con una excepción que ya mencionaré. No
me agradan las solicitudes abiertas o soterradas que se formulan a los
militares para pedirles que hagan esto o lo otro. Los militares son
mayores de edad y no son ciegos ni sordos. Deberían saber lo que el
deber patriótico exige de ellos, y si no lo saben, no seré yo quien se
los diga.
La excepción es la
siguiente: solicito a los militares venezolanos que no maten a nuestros
jóvenes, que les dejen en paz. La rebelión de nuestro pueblo y de sus
jóvenes es justa.
Durante buen número
de años nuestro Ejército se enorgulleció de un lema que rezaba así:
“Ejército venezolano, forjador de libertades”. Es imperativo admitir que
tal lema tiene que escribirse, hasta nuevo aviso, en estos términos:
“Ejército venezolano, forjador de tiranías”. (El Cato).
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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